Dulzura

En medio de una semana de tristes acontecimientos, con el terrorismo de nuevo acechando y consternando a toda la ciudadanía europea, en fechas tan señaladas como éstas, destrozando la vida de los vecinos de uno de los lugares más turísticos de la tranquila, abierta y cosmopolita ciudad alemana de Berlín, necesitamos encontrar algo positivo. Aún consternados los alemanes, y el resto de nuestro continente, nos queda la duda de nuevos ataques y el dolor por llorar más víctimas ante esta nueva forma de sembrar el terror tan difícil de controlar por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. El Estado islámico ha reivindicado un acto más que nos llena de impotencia, inseguridad y por qué no decirlo, también miedo. Quienes son capaces de llamar «soldado del califato» a un asesino de familias, mujeres, niños, turistas que se encontraban admirando o adquiriendo productos navideños, y de tener como objetivo principal en su vida el hecho de causar el máximo dolor y el mayor número de víctimas mortales, difícilmente lograrán algún día formar parte de esta convivencia pacífica de todas las culturas por la que muchos luchamos y por la que tanto hemos dado y tanto estamos dispuestos a dar. Os decía al principio que nos queda la esperanza de mirar hacia lo positivo. Y es que hay mucha más gente que se solidariza con las personas, que las que quieren destruirlas. Por ello nos vamos a quedar con todas esas personas solidarias que con su cariño y energía positiva hace tanta gente que sufre y llora, deje de hacerlo. Particularmente en esta semana navideña tengo que dar las gracias a todos los que han colaborado altruistamente en nuestro proyecto: la Flor Dulce de Navidad, a esos trabajadores con discapacidad intelectual que contagian alegría y dulzura allá donde van, y a todos los que se han dejado endulzar por este dulce que ha venido para quedarse todas las navidades. Y es que desde luego que la dulzura nunca sobra en cualquier sociedad. Es precisamente lo que el mundo necesita.