Luis Alejandre

El alma menorquina de Camus

La conmemoración del centenario del nacimiento de Albert Camus nos brinda la oportunidad de analizar la vida y la obra del escritor desde muy diferentes ángulos. Me ceñiré al de su ascendencia familiar, a su niñez y juventud en aquella Argelia francesa de comienzos del siglo XX, a las consecuencias de la prematura muerte de su padre durante la primera Guerra Mundial y a la influencia de su madre y su entorno familiar, de ascendencia menorquina, en la formación de su alma como persona y como escritor.

Debemos remontarnos a los años treinta del siglo XIX, cuando Francia decidió conquistar y colonizar el antiguo reino de Argel. Las expediciones militares saldrían principalmente de Marsella y Toulon rumbo a los puertos del norte de África. En tiempos de navegación a vela, muchos transportes necesitan una escala intermedia, que encontraban en el seguro puerto de Mahón. Tan interesada estaba Francia en esta escala, que incluso intentó adquirir una isla situada en el centro de dicho puerto –la Isla del Rey– en la que ya los ingleses un siglo antes –en 1711– habían construido un hospital naval que continuaba activo en estos momentos bajo pabellón español.

De hecho, permanecería operativo como Hospital Militar hasta 1964. El puerto de Mahón se convirtió también en centro de recepción de heridos y enfermos, en escala obligada para el retorno. Hay noticia de la presencia de 3.000 franceses distribuidos en diversos acuartelamientos pendientes de ser evacuados a la metrópoli. Un matasellos francés de 1841–«Armée d´Afrique. Hôpital de Mahón»– da fe del uso que hicieron los franceses del hospital menorquín.

Y como es frecuente en las conquistas militares, estas arrastran a colonos en busca de una nueva vida o de nuevas oportunidades. En este caso fueron mayoría, lógicamente , franceses; pero una minoría significativa salió de esta escala intermedia menorquina, estimulados por las facilidades dadas por los administradores galos, faltos de mano de obra especialmente agricultores. Así es como el bisabuelo materno de Albert Camus, Miguel Sintes, se embarcó rumbo a Argel. Procedía de San Luis, un pueblo fundado por Francia tras la conquista de Menorca a los ingleses en la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Un hijo suyo, Esteban Sintes, ya nacido en Argel, casó con otra descendiente de menorquines –Catalina Cardona– que le dio tres hijos: Esteban, José y Catalina. Ésta casó con Lucien Camus nacido en la Lorena, hombre que tuvo una infancia desgraciada internado en un orfelinato por sus propios hermanos y que encontró en la familia de su mujer, especialmente en su suegro, Esteban, trabajo y afecto. Luego la Gran Guerra le llevaría a la muerte en 1914, en uno de aquellos inenarrables frentes europeos. Nuestro Albert Camus nacido en Mondovi (Constantina), contaba tan solo un año. Dura, consecuentemente, la infancia de Albert cubierta por el cariño de su madre y la influencia de su abuela Catalina. Pero él siempre reconocerá que fue un periodo feliz: «La pobreza con mar y sol, jamás puede ser triste». También nos refiere que : «Junto a ellos, lo que sentí no fue la pobreza, ni la indigencia, ni la humillación...; ante mi madre siento que pertenezco a un noble linaje: el que no envidia nada».

Estudia Filosofía, juega al fútbol con el equipo de la Universidad de Argel, forma parte de un grupo de escritores. Estudia en profundidad los escritos de San Agustín –norte de África–, funda una compañía dramática que llamará «L´Equipe», adapta e interpreta obras de Calderón, de Lope, de Dostoievski y de Faulkner. En 1937 ya editará su primer libro «L´anvers et l´endroit». Luego inspirará y fundará «Combat». Sus artículos se recopilarán en los «cahiers» que nos aproximan hoy, a la evolución de su pensamiento, que finalmente vuelca en ensayos. La Academia Sueca reconocerá sus méritos en 1957 concediéndole el Premio Nobel. Tres años después moriría en accidente de coche entre París y Sens en circunstancias asociadas ya al mito en que se había convertido. No sufriría en 1962 la independencia de Argelia tras 130 años de fuerte presencia cultural francesa, quien se sentía muy ligado a ella; le parecía imposible que la tierra en que había nacido llegase a separarse definitivamente de Francia.

Durante este año conmemorativo, Menorca ha sido fiel a su recuerdo, a sus orígenes familiares, a su obra. Después de años de olvido, renace un Albert Camus que influyó en el pensamiento de varias generaciones, presentado hoy en la profundidad de su pensamiento a las nuevas.

«En plena oscuridad de nuestro nihilismo, he buscado solamente las razones para superarlo. Pero no las he buscado en absoluto por virtud, ni por una singular devoción espiritual, sino tan sólo por fidelidad instintiva a la luz donde nací y donde desde hace milenios los hombres aprendieron a saludar a la vida hasta en el sufrimiento» (Albert Camus Sintes).