Restringido

El aquelarre político

La Razón
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Ante el aquelarre político que nos espera y cuyo baile de las escobas –todos contra todos– ha comenzado, muchos espectadores empiezan a echar en falta ya el sereno y eficaz bipartidismo que ha regido hasta ahora, sin apenas sobresaltos y con buenos resultados, la vida nacional. ¿Quién ha dicho que turnarse es malo? A la vista de los destrozos causados por Podemos, una fuerza impetuosa de oscura procedencia y de más oscuros propósitos, que ha irrumpido en la escena dando zarpazos y palos de ciego, en actitud chulesca y con malas compañías, muchos ciudadanos empiezan a añorar los buenos tiempos pasados. El fracaso de las nuevas fuerzas, que venían con ánimo purificador, se manifiesta a la luz del día antes siquiera de que se constituyan las nuevas Cortes y se forme Gobierno. Lo único que han conseguido, con sus referendos, sus compromisos y sus mareas, es ponerlo todo patas arriba. Sus tácticas y muchas de sus propuestas nos devuelven a aquellos viejos tiempos oscuros de la vida nacional. Así que empieza a calar la idea de que es peor el remedio que la enfermedad. O sea, mejor, seguir como estábamos. Pero ya nada será lo mismo.

Por lo pronto el conglomerado izquierdista–soberanista–anarquizoide de Podemos amenaza con destruir al PSOE, un partido centenario, hasta ahora imprescindible para la pervivencia de la democracia y de la Monarquía parlamentaria. Su líder, Pedro Sánchez, ha salido debilitado de la reunión mantenida en su «casa de la pradera» particular con los barones del partido. El argumento que se abre paso es: si el Partido Socialista no está en condiciones de gobernarse a sí mismo, mal va a estarlo para aspirar a gobernar España. Si Pedro Sánchez es cuestionado dentro como líder del partido, ¿cómo va a pretender componer en torno a sí un difícil Gobierno alternativo de izquierdas metiendo a la zorra en el gallinero? Así que el Partido Socialista, a la hora de los pactos, puede quedarse en tierra de nadie. Ni con Rajoy, ni con Iglesias. Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. El gravísimo problema es que, si con este aquelarre, no hay manera de formar Gobierno y hay que ir a nuevas elecciones cuando apunte la primavera, los dos presuntos triunfadores, ante el desbarajuste del partido centenario, serán, seguramente, Rajoy e Iglesias, no se sabe bien en qué orden. O sea, la vuelta al bipartidismo, pero de mucha peor calidad, dónde va a parar. En este baile de las escobas, la rosa acabaría por los suelos. Una pena.