Pilar Ferrer
El arte de encestar
Llegó de Bruselas poco antes de las cinco de la madrugada. El Consejo Europeo había sido muy largo, pero Mariano Rajoy sólo lamentó no haber podido hacer un poco de cinta o bicicleta. Es algo que lleva a rajatabla en todos sus viajes al exterior, si el hotel donde se aloja y el tiempo se lo permiten. Esta vez no fue posible porque le esperaba la tradicional cita en el castillo de Sotomayor. Una imponente fortaleza al fondo de la ría de Vigo, jalonada por el curso fluvial del Verdugo, entre Arcade y Pontevedra, escenario del PP para el inicio oficial del curso político. Nueve años contemplan ya este acto, al que Rajoy ha acudido sin interrupción desde todos sus puestos públicos. En el Gobierno y en la oposición, sin fallar ni uno.
Desde que ha dejado de fumar, el presidente duerme poco, lee mucho y no para con la informática. «Nos tiene agotados», comentan algunos de sus colaboradores en Moncloa. Aferrado al ejercicio y la dieta sana, Rajoy siguió desde el avión los partidos del mundial de baloncesto en Madrid, deporte al que es muy aficionado y a cuya Selección española recibió hace días en La Moncloa. Ha seguido el torneo al minuto, algo sencillo, pues con un ordenador y una buena «tablet», todo es posible en cualquier parte del mundo. Y como en el basket, sabe bien que encestar es un arte. Así lo ha comentado en privado a sus colaboradores. La técnica de acertar, de introducir las reformas en el momento oportuno, son un buen eje de conducta en estos momentos.
Tal vez por ello, el presidente llegó al hermoso enclave gallego con un claro mensaje deportivo y político: el esfuerzo da sus frutos. El rigor de los ajustes va camino de aliviarse. Estamos en condiciones de levantar un poco la dureza presupuestaria. En definitiva, trabaja bien y vencerás. Sin caer en el triunfalismo, pero seguro de que la recuperación va por buen camino. Y como en el deporte, abierto a dialogar con todos, pero siempre bajo el imperio de la ley. Cataluña presente, pero sin bajar la guardia constitucional. En el camino de subida al castillo muchos ciudadanos le preguntaron inquietos por el conflicto catalán y las encuestas. De lo primero, tajante, aseguró que el Gobierno garantiza el cumplimiento de la ley en toda España. Y ante lo segundo, queda tiempo. A Rajoy, en estado puro, ninguna encuesta le quita el sueño. Como buen gallego, cree en la sensatez, la cordura y en que tras la tempestad viene la calma.
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