Francisco Marhuenda
El callejón sin salida de Artur Mas
El presidente del gobierno catalán, Artur Mas, camina con paso firme a un callejón sin salida porque Rajoy nunca aceptará una consulta independentista. Ningún presidente del Gobierno podría autorizar un proceso que conduciría a la ruptura de España, porque al margen del resultado se consagraría una profunda e innecesaria división en la sociedad catalana. El nacionalismo catalán ha aprovechado un momento de debilidad, como consecuencia de la grave crisis económica, para plantear el desafío soberanista. Al igual que sucedió en otros momentos del pasado, Mas y sus socios creían que era la gran oportunidad para conseguir la independencia. Durante décadas se ha ofrecido una imagen victimista sobre las relaciones de Cataluña con el resto de España. La llegada de la crisis económica sirvió para esconder la desastrosa gestión del gobierno catalán, tanto del tripartito formado por el PSC-PSOE, ERC e ICV como del presidido por Mas. Ha sido más de una década donde el nacionalismo ha optado por el despilfarro. Desde la Transición hasta nuestros días se ha tejido una red clientelar, aprovechando las instituciones autonómicas y municipales, que explica la fuerte presencia del independentismo. Los medios de comunicación públicos han desarrollado una eficaz propaganda al servicio del nacionalismo que ha sido decisiva para crear una masa social favorable a la independencia. La estigmatización de lo español, como si fuera igual a catalanofobia, es algo común en Cataluña. Es un despropósito de grandes dimensiones. Se ha vendido una imagen idílica de la independencia por la que los catalanes viviríamos instalados en la utopía. Otro aspecto clave ha sido la consolidación de un movimiento social, con recursos multimillonarios, que actualmente tiene un gran poder y presencia en la sociedad. Mas se encuentra que no puede avanzar pero tampoco quiere retroceder. Con un empecinamiento absurdo hace oídos sordos a la realidad y está dispuesto a convocar unas elecciones plebiscitarias como un preámbulo para la declaración de independencia. Donde no había un problema ha conseguido crearlo. Es un escenario en el que ni siquiera es el protagonista, porque el poder reside en el líder de ERC, Oriol Junqueras, y las organizaciones soberanistas que han marcado el calendario. El escenario más favorable para Mas sería ganar las elecciones con un resultado insuficiente que impidiera pasar a la ruptura unilateral. A estas alturas, el riesgo reside en que Junqueras gane las elecciones, como sucedió en las europeas, y CiU retroceda de forma significativa. Hay numerosos dirigentes de CiU, no solo de Unió, que consideran que Mas es un líder amortizado, como sucedió con Ibarreche, y que se necesita una nueva figura que les devuelva a la centralidad. Hay muchos aspectos en los que se puede avanzar para perfeccionar el Estado de las Autonomías, pero no será posible con el chantaje de un referéndum independentista. Rajoy es un gallego dialogante que tiene una amplia experiencia política así como una probada trayectoria de pactos en materia autonómica como demostró primero como vicesecretario general del PP y luego al frente del ministerio de Administraciones Pública y en la vicepresidencia del Gobierno. La cuestión es que no se puede dialogar con los planteamientos inamovibles de Mas.
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