Cástor Díaz Barrado

El camino del euro

La adopción de una moneda única ha sido uno de los grandes avances que se han producido en la Unión Europea y representa, sin ninguna duda, un símbolo de unidad entre los europeos y de que las cosas pueden caminar en Europa hacia una mayor integración y deparar en la tan ansiada unidad. Es verdad que no todos los países miembros de la Unión la han aceptado pero sí aquellos que están más comprometidos con la idea y la realidad de Europa, desde los orígenes del paneuropeísmo. El proceso debería ser imparable y se deben seguir destinando numerosos esfuerzos para expandir esta moneda no sólo en el espacio europeo sino, también, en otras zonas del planeta. Asimismo, el euro debe convertirse en la moneda de referencia para múltiples transacciones internacionales y constituir el conveniente refugio en los momentos en los que resulte de interés para los mercados. El euro debe significar, en definitiva, que los países de la Unión van a proteger su moneda y defenderla frente a cualquiera de los avatares y turbulencias que vayan surgiendo en el camino de su consolidación. Debe ser una moneda que dure largo tiempo y que vaya sustituyendo a las monedas nacionales en los países en los que todavía no ha sucedido. Abandonar el euro sería un escollo, aunque no insuperable, en el camino hacia la integración y, por eso, no habría que ceder ante tentaciones de ese tipo, por el hecho de relanzar una economía nacional en crisis. Ahora que el euro comienza a acercarse al valor del dólar se nos abre la oportunidad de reactivar nuestra economía y de mostrar al mundo que la zona euro es capaz no sólo de superar las dificultades sino, también, de alcanzar significativos niveles de desarrollo. La economía europea y, sobre todo su relanzamiento, no se basa sólo en la moneda pero, con toda seguridad, el euro juega un papel decisivo en el desarrollo económico de Europa. Las cifras macroeconómicas se felicitan por la existencia del euro y, desde la perspectiva política, es un factor decisivo para que integración europea siga adelante. Pero hay algo más, la presencia del euro nos facilita la vida a los ciudadanos y nos permite circular, con facilidad, por el territorio de numerosos estados. El euro tiene, además, un valor profundo del que carecen otras monedas del mundo: detrás del euro está el bienestar y la protección social. Nos equivocaríamos si prescindiésemos de una moneda de tanto valor para el futuro de Europa.