Jesús Fonseca

El crecimiento significativo de Castilla y León

Pues sí, Castilla y León es vida. Esta tierra de pinares y viñedos, de barbechos y trigales, ya no es aquella Castilla la Vieja nervuda y enjuta, de páramos sombríos, boteros y tejedores. Esto es otro cantar. Es verdad que no todo es euforia entre los labriegos castellanos y leoneses. Nada de eso. Por cierto, aún hoy día, con talante de señores. Pero merece la pena reparar en los logros de uno de los territorios más extensos de la Europa de la Unión. En como van a aquí las cosas, de peor a mejor, porque se trabaja con empeño y buen tino. La objetividad exige reconocerlo así. Mientras otros no paran de hacer ruido, aquí se habla poco, pero se da el callo. Decía Miguel Delibes que, si el cielo de Castilla era alto, sería porque lo habrían «levantado los campesinos de tanto mirarlo». Son esos mismos hombres y mujeres que no se resignan y aupan ahora la vida y la levantan con tanto esfuerzo, día tras día. Y, junto a ellos, una administración autonómica que es un ejemplo. El Gobierno Herrera ha conseguido, por ejemplo, colocarse a la cabeza de España en la asistencia a las personas con dependencia y liderar una educación de calidad en todo el terrirorio nacional. Todo un lujo, dentro de los bajísimos niveles en los que nos movemos. Otro ejemplo: su dinamismo en el sector turístico, que ha logrado ya dar empleo a más de 70.000 personas y ha conquistado mercados hasta hace bien poco impensables, como Brasil, Australia o los países escandinavos. El Gobierno Herrera ha puesto en marcha una red asistencial –innovadora y muy controlada–, para socorrer a las familias más afectadas por la crisis. Castilla y León ha salido de la recesión. Hoy mismo se hacían públicas las buenas perspectivas de la agricultura y el sector exterior. No sería posible si detrás no hubiera un gobierno que escucha a todos. Que es útil y da servicio. Por algo siete de cada diez castellanos y leoneses prefiere la sanidad pública – con 3.600 consultorios en los pueblos– a la privada . Un asunto en el que Juan Vicente Herera no admite un solo paso atrás. Como tampoco en la permanencia de las escuelas rurales. Sola, en medio de los campos, tierra adentro, ancha es Castilla.