Fútbol
El destino
Si en el fútbol choca lo previsible (Real Madrid) contra el orden (Athletic Club) el resultado suele ser empate a cero. Como en este encuentro, para desgracia del primero, que no sacó tajada del pinchazo del Barça frente al Celta. Y si en San Mamés silban a don Andrés Iniesta, ese santo varón, orgullo nacional, para pitar a Cristiano Ronaldo ni ensayan, y para cebarse con Sergio Ramos basta con que el «Hombre de la máscara molesta» se emplee con la contundencia habitual, atice un codazo a Raúl García en los primeros compases, cometa un penalti que el árbitro no ve (patada a Raúl García, precisamente) en el minuto 48, y en el 86, después de otro codazo a Aduriz, termine prematuramente en el vestuario. Mucho ímpetu para el rey de los codos incontrolables.
Y había mucho en juego, que a Ziganda no le empujaran a la cola del paro con otra derrota, menos vergonzante que la infligida por el Formentera, y que al Madrid le sirviera de nada el pinchazo azulgrana. Además del morbo que involuntariamente añadían a la contienda la K de Kepa Arrizabalaga, y la K de Keylor Navas. Dos porteros y un destino. Se dice que el 1 de enero el titular del Athletic será madridista por 20 millones de euros y competidor directo del costarricense.
Según Albert Einstein, cada quien tiene el destino que se merece, y el del joven cancerbero bilbaíno pinta blanco porque atesora fundamento y calidad. Cuando el Madrid cargó cual Séptimo de Caballería, bajo la lluvia intensa y reparadora, Kepa ofició como un veterano, seguro, templado, consciente de su valor y del valor de un empate para este Athletic que ante el campeón de Europa no pareció deprimido. Se parapetó bien atrás, buscó su oportunidad delante y el empate que Ziganda puede celebrar, a Zidane le mortifica: sigue a 8 puntos del Barcelona, a 2 del Atlético y a 3 del Valencia –con un partido menos–. Su destino liguero se oscurece.
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