Julián Cabrera

El hámster soberanista

Me mostraba hace días el líder de un partido no nacionalista en Cataluña una simpática aplicación en su teléfono móvil, en la que aparecía un hámster pedaleando en su rueda sin fin y con destino a ninguna parte mientras aparecían de fondo enunciados como «lista única», «comicios plebiscitarios», «hoja de ruta», «derecho a decidir» y todo el elenco de vacuidades que han marcado dos años de legislatura en esa comunidad.

El hámster retrata fielmente a unos gobernantes en Cataluña que han desaprovechado, en beneficio de una gran quimera, lo que hubiera sido un período destinado en pura lógica a sacar a los ciudadanos de la crisis económica. Oportunidad que gobiernos como el vasco a pesar de tener lendakari nacionalista han sabido leer como nadie.

Pero lo realmente preocupante es que el roedor sigue dándole a la rueda y ahora se presenta con unos presupuestos de entrada inasumibles. Sería bueno recordar que del pozo sin fondo que supone la deuda de las comunidades autónomas, 232.000 millones de euros, más de la mitad se corresponde con la deuda de Cataluña, Valencia y Andalucía. Los datos no parecen ser lo suficientemente tozudos sin embargo para un Artur Mas cuyo Ejecutivo planea aumentar el gasto de delegaciones en el extranjero en un 36 por ciento para 2015 y con previsión de abrir nuevas «embajadas» en 2016.

La deriva independentista en detrimento de prioridades como la Sanidad o la Educación no está resultando ajena a los ciudadanos. Hay un discurso social por el que clama gran parte del electorado y que no acaban de armar los partidos de siempre, tal vez por eso la triunfal irrupción de Pablo Iglesias hace días en Barcelona con la bandera social y no con la soberanista demuestra que tiene muchas meriendas por pisar.