Restringido

El paseíllo andaluz

Comienzan hoy a desfilar ante el Tribunal Supremo, por su condición de aforados, los personajes más conocidos y relevantes del poder socialista en Andalucía. Basta citar sus nombres: Chaves, Griñán, Zarrías, Mar Moreno... Ahí es nada. Inocentes, claro, mientras no se demuestre lo contrario, y pasando por alto aquello de Kierkegaard de que la inocencia es la ignorancia. Pero la jueza Alaya, que se ha convertido en su pesadilla, considera a todos ellos, tanto como a otros altos cargos que no gozan de aforamiento, responsables del fraude masivo de los ERE, que tiene que ver con prejubilaciones y despidos durante diez años. O sea que hay que dar cuenta de cómo se distribuyeron 850 millones para financiar desde la Junta estas ayudas de la cacareada política social. Hay que ver y aclarar hasta dónde alcanza la responsabilidad, no sólo política de los aforados, de la que pocos dudan, sino también penal. Unido ésto al sucio asunto de los cursos de formación, también recientemente destapado, inclina a la jueza a hablar de una extensa red de clientelismo político, manejado por el Partido Socialista andaluz. Pocos observadores de la vida andaluza lo ponen en duda. El paseíllo que se inicia mañana ante el juez Barreiro en el Supremo dará que hablar, sea cual sea su dictamen. La presidenta en funciones de Andalucía, Susana Díaz, pendiente de su investidura, tiene ante sí una difícil papeleta. Ella no es nueva en la plaza. Se ha abierto, pues, solemnemente, aunque no se diga y aunque seguramente sea algo prematuro y desproporcionado, lo más parecido a una causa general contra el socialismo andaluz y su mopolio del poder durante más de treinta años. El paseíllo, sin esperar a la feria de abril, amenaza con acabar como el rosario de la aurora.