Restringido

El paseo en bici

Mariano Rajoy no tiene pintas de deportista, pero los que lo tratan de cerca aseguran que le gusta más el deporte que fumarse un puro. Incluso hacerlo. Por eso se pone el chándal y se zurra unas buenas corridas antes de salir el sol. Sigue con pasión, él, que tiene fama de inmutable y desapasinado, las grandes peripecias deportivas. Ahora le aprieta las clavijas el «Superestado» de la FIFA, que casi manda ya más que la Comisión Europea. Y nunca ha ocultado que le entusiasma el ciclismo. Por eso no extrañó mucho verle pedalear ayer en Madrid Rio, flanqueado por las candidatas Aguirre y Cifuentes, en un paseo electoral en bici, programado por el jefe de campaña. Lástima que no se quitara la corbata. Ese detalle le delataba. Más que hacer deporte, se trataba, por lo visto, de acercarse a la calle y desmentir a los que lo presentan como un presidente en plasma. Los tres y su larga comitiva se aprovecharon de la herencia madrileña de Gallardón, que ni está ni se le espera. ¡Una lástima! La otra herencia de Gallardón, la reforma de la ley del aborto, su herencia frustrada que le costó el puesto, va a pasar factura a los populares, especialmente en Madrid. Sectores católicos sensibles le van a negar el voto a Cifuentes por esta razón y han perdido la fe en el mismo Mariano Rajoy. Pero él ha dicho que sigue, que está en plena forma y que España va bien. Ya veremos. Dependerá en gran manera de lo que pase el próximo día 24.

Hay un potente movimiento a favor del relevo generacional. Alguno de los jóvenes líderes emergentes ya ha adelantado que prefiere pactar con dirigentes políticos de su propia generación, limpios de polvo y paja. No parece que eso le impresione demasiado al político gallego, que se considera en la flor de la vida, también en la flor de la vida política. Lo que debe de preocuparle algo más es la baja cotización de su nombre en las encuestas, muy por debajo de la intención de voto a su partido. Eso parece indicar que dentro del amplio electorado popular ha ido creciendo una fuerte corriente subterránea a favor de un relevo en el cartel del partido de la gaviota en las elecciones del próximo otoño. Y no pocos dirigentes aplaudirían el gesto generoso de Rajoy de retirarse a tiempo, aun reconociendo los méritos acumulados en esta complicada etapa de gobierno. Me parece que así están las cosas. Basta tener buen oído para saber lo que pasa. Es cuestión de liderazgo. Pero Mariano Rajoy sigue pedaleando alegre y confiado, sin quitarse la corbata. Sabe que si deja de pedalear se caerá de la bicicleta.