Alfonso Merlos
El patriota fiscal
Al látigo de la casta y el capitalismo le ha pillado con el carrito. Cargado. Con una cantidad obscena. No es baladí que los pagadores de Monedero sean los mismos que meten a opositores como Leopoldo López en la cárcel. Y mucho menos que este erudito comunista haya buscado la ingeniería fiscal para hurtar un dinero que, en forma de impuestos, debería estar en la caja (no de resistencia) sino de todos los españoles.
¿No habíamos quedado, Juan Carlos, en que eran inaceptables las artimañas utilizadas por los que más facturan para escaquearse? ¿No habíamos concluido que en términos tributarios deberíamos ser especialmente patriotas? ¿Qué clase de solidaridad es ésa según la cual uno -si es antisistema y de extrema izquierda- puede entregar en la ventanilla del Estado ganando 425.000 euros menos dinero que un ciudadano que cobra 42.500? ¿Hasta dónde llega el fariseismo de los ayatolás de Podemos? ¡Por favor! Ya sólo les falta denunciar aquello de «aquí todos van a su bola menos yo, que voy a la mía».
No, no y no. Las tomaduras de pelo al personal deben tener un límite. Por eso no puede ser más pertinente la denuncia pública ante Hacienda de Enrique Riobóo, probablemente el empresario que mejor conoce cómo se las gastan, entre bambalinas, Iglesias y sus cuates. Procede a todas luces excitar con vehemencia la persecución de supuestos delitos económicos. Porque no puede ser que por un error en el IRPF de unos cientos de euros a un pobre hombre se le caiga el pelo mientras estos neo millonarios quedan impunes. Menos cuando se dedican a aleccionar y abroncar a los empresarios que generan riqueza y crean puestos de trabajo de verdad. ¡Ya está bien la broma!
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