Fernando Rayón
El PP ante las Generales
Apenas hay tiempo. Dos meses y poco más. Pero así es para todos, y también para el PP. Aunque muchos hablen del fracaso en Cataluña, la realidad es que los 11 diputados obtenidos suponen algo más que salvar los muebles. Es recoger un partido en riesgo de desaparición, con encuestas que les daban poco menos de tres escaños, y ponerlo de nuevo en el mapa. Ocho diputados menos, pero en el mapa.
Luego está el éxito de Ciudadanos que es a costa –entre otros del PP–, aunque algunos analistas sitúen en menos del 15% el voto que le ha robado a Rajoy. Y luego viene lo más importante: la estrategia. Esta semana C’s presentará su reforma de la Constitución. No sólo pretender liderar en Cataluña la oposición a los independentistas sumando a PSC y PPC sino que también pretende que su propuesta de cambios de la Carta Magna consiga aglutinar a los dos partidos que, hasta ahora, se han sucedido en los gobiernos de la democracia. La tarea no es sencilla. Las campañas electorales no se hicieron para incluir debates constitucionales, pero el PP sabe que esa va a ser una de las cuestiones a debate para intentar frenar el efecto del cincuenta por ciento de los catalanes.
Pero se equivoca el PP si cree que en la negociación constitucional está el éxito electoral. C’s puede vender centralidad para ganarse los votos del PSOE, pero la mayoría de los españoles quieren un gobierno fuerte que aplique las leyes y que no ceda ante los chantajes nacionalistas. Por eso, el PP se encuentra ante el dilema del pensamiento débil de la tercera vía –la cesión y negociación– o seguir mostrando firmeza como ha hecho en Cataluña. Me dirán que lo segundo no es muy popular y que algo hay que hacer en Cataluña. Y tienen razón. Pero ese «algo» se hace mejor desde la firmeza que desde la concesiones. Si tuviera que asesorar al PP les diría: ni un paso atrás. Limpiar el partido. Poner caras nuevas, y no jugar a ser C’s. Para eso ya están ellos. Y encima, aún no han trincado.
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