Partidos Políticos
El PSOE y la castaña
El PSOE es una castaña. Uso el fruto por no utilizar un término más contundente. Y es grave, porque siendo la alternativa, el único partido que puede disputar el poder a estos sosos del PP, lo que hacen, piensan y dicen los socialistas es determinante. Para mí es un misterio lo que pretendía Iceta cuando anunció estar a favor de que Puigdemont, Junqueras y el resto de golpistas catalanes sean indultados en caso de que lo jueces dicten, como todo indica que ocurrirá, sentencias de condena contra ellos. Puesto a proponer y en lugar de quedarse en el «indulto preventivo», podía haber sugerido implantar la «inmunidad preventiva» y que a partir de ahora, si delinquen los murcianos, extremeños o gallegos les partan el culo, pero que si lo hacen los catalanes se puedan ir de rositas. Iceta es un tipo listo, encantador, moderno e imaginativo. Un soplo de aire fresco en la política, a quien casi siempre da gusto escuchar esté uno de acuerdo o no con sus planteamientos y no se le ha ido la olla. Se ha limitado a hacer lo que es habitual en el PSOE desde los tiempos del inefable Zapatero: chalanear. Es la pauta del socialismo desde que, allá por 2003, decidiera competir en nacionalismo con los propios nacionalistas y así le ha ido. Con su defensa del derecho de gracia a la banda de facciosos, del que luego se ha retractado diciendo que es «prematuro», no sé si ha logrado atraerse voto nacionalista de cara al 21-D, pero ha conseguido meter de nuevo al PSC y a su patrón Pedro Sánchez en el lodazal de la indefinición, la duda y pringue. Ha logrado Iceta sembrar dudas entre sus votantes, debilitar el frente constitucionalista y dar aliento y esperanza a los separatistas que quieren romper España, alimentando la idea de que al final no pasará nada y que el desafío al Estado de Derecho, la democracia española, la Constitución y el sentido común puede salir gratis. Lo acongojante es que el dislate del indulto no es una pifia aislada. Antes y para espanto de los penitentes que pagamos impuestos y de los habitantes de todas las comunidades que pasan las de Caín para mantener los servicios públicos, sugirió la conveniencia de condonar los 52.000 millones de euros que debe la Generalitat. Coincidirán conmigo en que lo de los socialistas españoles, catalanes y no catalanes, hace tiempo que no hay por donde cogerlo.
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