Angel del Río
El pulmón de Madrid
El remanente de tesorería va a permitir a Ana Botella llevar a cabo una serie de actuaciones que no ha podido realizar a lo largo de todo el mandato, por los problemas económicos del Ayuntamiento. El programa de austeridad presupuestaria, los obligados y drásticos recortes, ha impedido nutrir el capítulo de inversiones, y de eso se han resentido propuestas y actuaciones que Madrid necesitaba. De una parte de ese remanente de tesorería se va a beneficiar ahora la Casa de Campo, el gran pulmón verde por el que respira esta ciudad. Desde que Ana Botella fue delegada de Medio Ambiente, advertí su especial preocupación por esta parte del patrimonio verde de la capital. Sobre la Casa de Campo llovieron a lo largo de muchas décadas demasiada desidia, despreocupación, descuido, hasta el punto de sufrir atentados medioambientales muy graves. La decisión municipal de cerrarla al tráfico de vehículos privados fue un acierto nacido de una necesidad perentoria. Según estudios realizados por expertos, las huellas de rodaduras de los vehículos que penetraban hasta los lugares más recónditos de este espacio forestal habían producido la desaparición de más de un centenar de especies vegetales. Los coches invadían el pulmón verde de Madrid, atraídos en muchos casos por el prostíbulo al aire libre en el que se había convertido la zona. La Casa de Campo, antigua posesión y coto de caza real, pasó a ser propiedad de los madrileños cuando, tras la proclamación de la II República, el alcalde, Pedro Rico, quiso que el primer documento oficial que firmara fuera precisamente la cesión de la Casa de Campo al pueblo de Madrid. Desde entonces, el deterioro físico ha sido progresivo, hasta que se cerró el espacio a la circulación privada. Pero nunca son suficientes la atención, las inversiones, los planes directores. Tenemos un pulmón inigualable por el que respira la ciudad y hay que cuidarlo de forma permanente.
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