Historia
El veneno
El criminal de guerra bosniocroata Slobodan Praljak se suicidó bebiendo veneno en el Tribunal de la Haya tras confirmarse su condena a 20 años de cárcel.Y parece que lo que más importa es saber cómo pudo acceder al frasco de cianuro de potasio que le provocó la muerte. Muy sencillo, de la misma manera que pudo hacer lo que hizo durante la guerra de Bosnia. Con impunidad. ¿Por qué lo hizo? Por la misma razón que acometió todo lo demás, porque podía. Es la única razón de la maldad, hacer el mal porque se puede. Me parecen más interesantes otras preguntas: cómo pudo destruir el puente de Mostar, símbolo de unión y convivencia entre dos culturas, abrir centros de violación de mujeres en hoteles y colegios, ordenar el asesinato de miles de personas en los puentes de las ciudades para después arrojarles al río tiñendo de rojo sus aguas, cómo pudo abrir campos de concentración, empalar a familias enteras en el jardín de sus casas, rajar a cuchillo el vientre de las mujeres embarazadas para sacarles el hijo dejándolas abandonadas una vez cometida la ignominia, encerrar a personas en el interior de su vivienda, prenderla fuego y quedarse fuera para escucharles gritar mientras morían quemados... Me parece más importante preguntarnos cómo pudo ordenar semejante infamia con la impunidad como única estrategia y la indiferencia de una Europa que miraba sin ver. Lo de injerir veneno alcanza cierta lógica. Con la conciencia es complicado vivir cuando uno está solo, sin el ruido de aquella manada balcánica. La conciencia es más mortífera que un frasquito de veneno. Murió como una princesa Disney, con manzana y madrastra incluidas. Murió como vivió, ordenando a otros ejecutar su malicia, una nenaza en toda regla, un cobarde frente a la valentía de sus víctimas. Algo sobreactuado, como los malos actores. ¿Por qué lo hizo? Porque, como ilustra el Leviatán de Hobbes, el infierno es darse cuenta de la realidad demasiado tarde. Se ve que la dignidad le sobrevino de golpe. Quería una Gran Croacia, como Milosevic quiso una Gran Serbia y Hitler soñó la Gran Alemania. Los que piensan grandes maldades, mueren con pócimas pequeñas. La pregunta no es cómo. La pregunta es cómo no van a suicidarse después de lo que hicieron.
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