Nacionalismo

Els segadors

La Razón
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Valentí Almirall Llózer es el padre del catalanismo y promotor de la catalanidad hispánica. Fundador en 1879 del «Diari Català», el primer periódico escrito en lengua catalana cuando en Cataluña no existían separatistas, un federalista defensor de la Gloriosa y de la I República Española, organizador del Primer Congreso Catalanista, presidente en 1881 del Centre Català y redactor de la Memoria en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña, enviada a Alfonso XII y conocida como «Memorial de greuges». En 1886 fue designado presidente de los Juegos Florales de Barcelona, y publicó su obra capital: «Lo Catalanisme», un cuerpo doctrinal que no se entiende ajeno a la empresa común española: «Las relacionas que (Cataluña) ha mantenido durante siglos con las demás regiones de España han creado lazos de interés y de afectos recíprocos de tal índole que resultarían imposibles de romper». El fundador del catalanismo defendió lo opuesto al nacionalismo catalán del siglo XXI, caracterizado por la mentira, el pensamiento único y la persecución de todo aquello que le disgusta. Así el nacionalismo catalán, anormal secuela de la catalanidad hispánica, inventó una historia y un relato falso e ilusionante que hoy domina en las aulas catalanas. Y es que, entre las muchas carencias que los nacionalistas creían ver, Cataluña no tenía himno y en el marco de la emergencia de los movimientos nacionalistas en toda Europa se propuso dotar de una canción oficial para ser compartida por todo el mundo. El llamado «himne nacional de Catalunya» es una brutal falsificación poética perpetrada en 1892 de unos hechos acaecidos en el siglo XVII que no tiene nada que ver con ninguna motivación separatista. El compositor Francesc Alió creó una canción llamada «Els Segadors» a partir de un texto anónimo que narraba los hechos de 1640 recogido en el «Romancerillo catalán» de Milà i Fontanals y, por el otro, descubrió una melodía de la canción popular de carácter erótico-pornográfico conocida como «Els tres garberets» –sinónimo de «segadors»–, muy popular en la Cataluña interior. Y a su invento le añadió el estribillo «Bon cop de falç...», que no estaba en la letra original y que preconiza una letra cargada de odio y de tintes xenófobos. En 1896, cuatro años más tarde que Alió, Emilli Guanyavens remozó ligeramente el himno –lo hizo menos agresivo– y le dio el inicio que todos conocemos: «Catalunya, triomfant...». En 1993 el Parlament de Cataluña declaró himno oficial, cosa que a nivel estatutario no se oficializó hasta 2006.

«Jamás hemos entonado, ni entonaremos “Els Segadores”, ni usaremos el insulto ni el desprecio para los hijos de ninguna de las regiones de España». Almirall pronunció estas palabras en 1902 en el prólogo a la edición en castellano de su obra «Lo Catalanisme», libro de imprescindible lectura para entender la voluntad de vertebración de Cataluña dentro de España en los albores del siglo XX y en el momento de la desafección catalana respecto a España provocada por la desaparición de las últimas colonias y germen de depresión colectiva.

Tal vez no deberíamos olvidar que el sobrino y heredero del padre del catalanismo, Valentí Almirall i Doré, alcalde de El Papiol y miembro de la «Lliga», fue asesinado el 26 de diciembre de 1936 bajo el plomo del régimen de ERC. Su cadáver no apareció jamás. Simbólicamente, el nacionalismo mataba al padre fundador, entonando el himno de odio, «Els segadors» canción que nunca cantaron los verdaderos catalanistas.