Estación Espacial Internacional
En la Estación
Si tengo información de que su navegación inacabable es visible desde la península dedico una noche de insomnio a seguir el peregrinaje del puntito de luz que te reconcilia con las bobadas terrestres. La observación puede continuar en el ordenador ya que la Estación Espacial Internacional mantiene abierto un canal de audio y vídeo cuya señal distribuye en la madrugada una televisora temática mostrando en directo los trabajos y los días de este zoo humano renovado cada pocos meses por otras tripulaciones de hombres y mujeres, científicos e ingenieros, rusos, estadounidenses y otras faunas. El trasto lleva ahí arriba 15 años y la continuidad de tanta inteligencia aplicada y entendimiento internacional ya no es noticia. La ISS es una estrella más que sólo abrirá los telediarios si se rompe. La tragedia del «Challenger» congeló la lanzadera americana y los rusos aportaron sus «Soyuz» para hacer de ascensor desde el cosmódromo de Baikonur en Kazajistán. Los relevos han de prepararse en Asia para abordar el taxi del espacio exterior. Los últimos en reforzar la Estación han sido una gringa, un ruso y un japonés. El ruso, advertido de la dieta liofilizada que se sirve en la ISS, ha contrabandeado una lata con dos kilos de caviar, avisando de que no tiene intenciones de compartir. Más problemas ha propiciado la habitación hinchable que ha llevado este último turno. Hasta 10 astronautas de ambos sexos se apretujan entre el instrumental, aunque la ausencia de gravedad les permita dormir flotando. El nuevo módulo, una especia de huevo de 4X4, no es mucho alivio, pero lo peor es que ni siquiera se hincha y anteayer un desesperado (o cachondo) se puso a soplar logrando dos centímetros cuadrados habitables. Se han dado un respiro hasta que los ingenieros tengan alguna ocurrencia. Esta tripulación prepara 250 experimentos científicotécnicos y son multiplicables por la enésima potencia los llevados a cabo en tantos años. Obama quiere prolongar la vida de la Estación hasta 2024 pero todo depende del consorcio de gobiernos que la financian. Pero la ISS ya ha dejado una enseñanza inadvertida: que el género humano es capaz de un entendimiento continuado en pro de soluciones prácticas para las personas, sin que interfieran personalismos egoístas de cabaré, mezquindades partidistas o nacionalismos de calcetín remendado. Comportamientos públicos rastreros desconocidos en la ISS, aun contando con el caviar del ruso. Para soportar la política española hace falta insomnio y contemplar el vuelo silencioso de la Estación.
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