
Gonzalo Alonso
EN SOLFA: ¡Viva la inteligencia!

Vivimos en el país que ha quedado retratado esta semana en el Debate del Estado de la Nación. A pesar de todo cuanto unos y otros estamos padeciendo, sin embargo, hay quienes aún actúan como hacía Zapatero en plena crisis. Él y sus discípulos –más aún sus discípulas– nos arruinaron como algunos están haciendo con instituciones culturales de primer orden. Por eso resultan consuelos alentadores espectáculos como el que ofreció esta semana la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Giancarlo del Monaco ha impartido en ella lecciones magistrales durante siete días, tras las cuales los alumnos de la cátedra «Alfredo Kraus» han cantado y representado escenas de óperas de Massenet, Donizetti y Rossini. Sin decorados, con poquísimos elementos de atrezzo prestados por Cornejo y Mateos, hemos podido disfrutar más que con muchas de las costosísimas puestas en escena que sufrimos hoy día. Y, además, nos hemos enterado perfectamente de las historias que nos estaba relatando la escena, cosa cada vez más inusual. El regista italiano ha sabido contarnos la desesperación de Charlotte, el desafío de Norina o la desenvoltura de Cenerentola sacando lo mejor de cada uno de los alumnos de la escuela. Y, por fortuna, también vocalmente ha funcionado todo, señal de una adecuada selección en el presente curso así como del competente trabajo que desarrollan Tom Krause y Manuel Cid. Si la voz de tenor ligero de César Augusto Arrieta es de primera clase, buena la musicalidad e incluso físicamente clavaba a Nemorino, no provocó menos ovaciones la exhibición de desenvoltura de la que hizo gala Virginia Blanco como Norina. Fue una tarde que reconforta, en donde se demuestra que con pocos pero buenos medios y con inteligencia se puede hacer disfrutar enormemente.
En la misma plaza de Oriente otros jóvenes artistas llevan ensayando dos meses «Così fan tutte» bajo la dirección de un candidato al Oscar. Resultaría penoso que el público no saliese de la función de hoy con la misma satisfacción que quienes asistieron al fin de curso de una semana de trabajo. En cualquier caso, es incomprensible que, habiendo aquí artistas de valía, haya de venir gente de habla extranjera para papeles secundarios que incluso se cantan en español. Recordemos la «Página en blanco». Es la demostración palpable de que algo no funciona y habría de corregirse con rapidez.
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