César Lumbreras

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La Razón
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Hace más de un año, una persona que había ocupado puestos importantes en la Comisión Europea y que conocía perfectamente la forma de trabajar en Bruselas, así como las reacciones de los Estados miembros, me dijo claramente que el TTIP no se iba a firmar, por lo menos con la Administración Obama, porque, entre otras razones, no daría tiempo.

Yo, hasta entonces, creía que sería difícil, pero que podría salir adelante. Desde ese momento cambié de opinión, porque, además, se intensificó la campaña antiTTIP en la opinión pública de los Estados miembros de la UE. Finalmente, y a tenor de lo que ha manifestado a LA RAZÓN el secretario de Estado de Comercio de España, Jaime García-Legaz, los ministros encargados de estas competencias constataron la semana pasada que no va a ser posible cerrar un acuerdo durante la Administración Obama, a la que restan poca más de cien días de mandato.

Lo que suceda después es una incógnita y dependerá de lo que pase en las elecciones de Estados Unidos. Si, al final, gana Trump, la cosa pinta muy mal para el TTIP y para otros capítulos de las relaciones entre la UE y Estados Unidos. Si triunfan los demócratas de la señora Clinton, la cosa tampoco va a ser fácil,a tenor de lo que han venido señalando durante los últimos meses miembros de su equipo de campaña. Las cosas no pintan mejor del lado europeo. Primero, hay división entre los estados miembros. En segundo lugar, cada vez hay más rechazo en una parte de las opiniones públicas. Desde el punto de vista de los intereses de los agricultores y ganaderos se deben destacar dos hechos claros: se trata de uno de los capítulos más complicados del proceso negociador, si no el que más, y habría sectores que resultarían beneficiados y otros perjudicados. Para hacer el balance definitivo era necesario esperar al cierre del proceso negociador, algo que ahora no se sabe cuándo llegará. Toca esperar.