Julián Cabrera

«Euroguindos»

La Razón
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Mañana conoceremos nuevos y muy favorables datos económicos, esta vez relacionados con la creación de empleo que devolverán algunas aguas a su cauce. Por eso conviene poner algunas cosas en su sitio a propósito de la reelección la pasada semana del impronunciable Jeroen Dijsselbloem al frente del Eurogrupo en detrimento del ministro español de Economía, Luis de Guindos. Es cierto que no ha sido una tragedia para la posición global de España en el exterior, pero la herida de esa votación pasados diez días sigue escociendo.

España además de no ser un país de cuarta categoría y de haber dado una vez más sopas con ondas a los aplicados socios del norte sobre cómo enfilar la salida de la crisis, tiene dos bancos punteros en el ranking mundial, es el segundo inversor en América Latina y puente de ese continente con la Unión Europea y sobre recuerda los tiempos en los que un secretario general de la OTAN y un presidente de la Unesco o del COI eran españoles, al margen de que un jefe de Gobierno montara en el palacio de Oriente la más importante cumbre de paz para Oriente Próximo o su sucesor en La Moncloa anduviera por Camp David y por el rancho tejano del jefe del mundo como Pedro por su casa.

Con independencia de que ya no habrá un «euroguindos», sí queda la lección, no solo a propósito de cómo debe defenderse una marca de país sin caer en egoísmos de partido, sino a la hora de contemplar el excesivo poder de algunos altos funcionarios de Bruselas. El varapalo hiere el orgullo pero no la velocidad de crucero en nuestra recuperación económica. Como muestra estén atentos al dato de la encuesta de población activa –EPA– que se hará público mañana.