Alfonso Ussía
Excelente alcaldesa
Me sorprendió hace días el vaticinio elogioso de Juan Miguel Villar Mir, que como es de todos sabido y por todos reconocido, de tonto no tiene un pelo. «Manuela Carmena pasará a la Historia como una excelente Alcaldesa de Madrid».
Tengo para mí que algún interés empresarial va inevitablemente adherido a tan simpático vaticinio, pues de lo contrario no sería fácil de interpretar el oráculo profético del piropeador empresario. En la calle no abundan las opiniones coincidentes con la del ilustre ingeniero, un hombre hecho a sí mismo y cumplidamente culminado.
Se cuenta de un procurador a Cortes –así se llamaban– del régimen anterior. Un procurador de gran inteligencia y rotunda fealdad física, que en una intervención parlamentaria aludió a sus méritos individuales para alcanzar su cultura y brillante formación. «Le recuerdo respetuosamente a Su Señoría, que ha gozado de todas las ventajas familiares para llegar a tan altos cargos, que yo me he hecho a mí mismo», a lo que el aludido respondió: «Pues ya podría Su Señoría, que se ha hecho a sí mismo, haberse esmerado un poquito más». No es el caso de Villar Mir, que no ha dejado de trabajar ni un minuto de su vida y que se ha hecho a sí mismo bastante bien. Pero siempre los intereses empujan y engañan.
César González Ruano, formidable escritor y muy dado a los ahogos y desahogos económicos, fue informado por un compañero de ABC que un determinado país centroamericano premiaba con generosos sobres ocupados por billetes los elogios publicados a su nación. Y cada tres días, César se ocupaba de cantar las virtudes de aquella nación, que por otra parte, no había visitado jamás. Y fue invitado a comer por el embajador en Madrid del ejemplar Estado. – Gracias, don César, por sus constantes y sinceros elogios a mi país. Si estuviéramos en condiciones para recompensarle como usted merece, lo haríamos sin límite, pero nuestra situación económica es ruinosa. No obstante, he solicitado al Presidente de la República que le conceda la Gran Cruz del Caimán, nuestra más alta condecoración». Y Ruano, primero inquieto y posteriormente indignado, se dirigió al embajador. «¿No hay dinero? ¿No hay sobres? Pues oiga bien, señor embajador. Su país es un asco, un desastre, un atraso y una cagarruta». Falló el interés.
El elogio exagerado de Villar Mir a la Alcaldesa de Madrid puede tener que ver con el quinto rascacielos, si bien esa negativa interpretación de sus palabras se me antoja excesivamente simple. Entra en lo posible que Villar Mir haya emitido ese pronóstico desde la mejor voluntad y sinceridad más absoluta. Sucede que en una sociedad donde el único valor aceptable es el dinero, el sesgo y la duda siempre se instalan en el entendimiento de los que viven y vivimos debajo de la boina. La Alcaldesa de Madrid no ha parado de hacer tonterías ni de decir memeces desde que consiguió su sillón gracias a los votos del PSOE, y ese aluvión de necedades no ha podido pasarle desapercibido a un personaje de la inteligencia e intuición que derrocha Villar Mir.
Además, de golpe y sin avisar, llega Carmona, el causante por obediencia de la consumación de la calamidad, y declara lo que sigue: «No me arrepiento de haber apoyado a Carmena, pero creo que lo está haciendo mal». Añade más confusión aún que la creada por don Juan Miguel. Porque si Carmona opina que Carmena lo está haciendo mal, lo más lógico, moral e inteligente sería retirarle su apoyo. Y a ver que tal.
Pero claro, por ahí vuelan tambien los intereses.
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