Lucas Haurie
Fátima la hacendosa
Curiosa forma han tenido los socialistas onubenses de celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora: le retiraron el bozal, para inaugurar la semana, a su secretario de organización y lo azuzaron contra su paisana Fátima Báñez, a quien el viernes le tocará el papelón de presidir tan estúpidos fastos por el doble motivo de su sexo y su cartera del ramo. El punto de cruz le recomendó uno de estos feministas de polichinela, que mejor la podría haber mandado a freír espárragos o a hacer puñetas porque tampoco en las labores del hogar es seguro que se maneje competentemente esta ministra de misteriosa cualificación y arcanos méritos, si es que no se consideran tal sus buenas migas con la vicepresidenta Soraya. Su presencia en el Gobierno de la nación, en la línea de Bibi Aído y demás leires, es un epítome de la estrepitosa mediocridad de nuestra clase política pero como no es atacable desde ese flanco por los opositores, que tienen sus consejerías repletas de analfabetos funcionales, mandan al tal Ferrera a expeler un regüeldo machista en lo que con toda probabilidad constituya la cima de su obra retórica. Pobrecito mío, ponerse en evidencia de manera tan tórpida. Y a Toni Cantó, por poco si no le dan garrote vil. Mientras el número de parados oscila entre los cinco y los seis millones, según la forma de computación, nuestros administradores se enzarzan en discusiones sobre si la aguja es de ganchillo o croché. Parafraseando a Deng Xiaoping: «Orine sentada o de pie el ministro, lo importante es que se deje de destruir empleo».
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