Fernando Vilches
Generaciones Joyfe
Ahora que tanto se habla del fracaso escolar, tras los informes de la OCDE y los resultados del PISA, ahora que se implanta una nueva reforma educativa, la LOMCE (una más de entre las muchas que jalonan nuestra última época democrática), urge seguir clamando por un consenso a escala estatal para que ocurra aquí lo mismo que, por ejemplo, en Francia, en donde, gobierne quien gobierne, la educación no se toca. Ya he dicho alguna vez que yo encerraría en el Ministerio de Educación a todas las fuerzas parlamentarias democráticas (todas no lo son) y les pondría a sus representantes en dicha reunión a pan y agua hasta que llegaran a un consenso para elaborar un currículo común a toda España. Y, si tardaban más de un mes, les quitaba el pan, a ver si, de una vez por todas, sacamos un proyecto educativo que empiece la casa por los cimientos: la educación infantil. Tras el consenso (seguro que llegaría, en el Congreso se come bueno, bonito y barato), empezaría por dignificar la profesión de maestro (en el Purgatorio anda todavía el que inventó aquello de profesor de EGB), con un sueldo acorde con la responsabilidad, o sea, el mismo que el de un diputado, y las pruebas de acceso al Grado las pensaría para aquéllos que tiene auténtica vocación, no para los que no encuentran otra cosa mejor. Porque, en el Colegio Joyfe de León V de Armenia, unas generaciones de españoles y españolas (voy a hacer el doblete para que no se me enfaden) unos profesores vocacionales formamos durante años personas, en ciencia y en conciencia. Y he tenido la enorme fortuna de reencontrarme con muchos de ellos (generaciones del 64 y 65) y poder disfrutar de su cariño y de su aprecio. Hemos formado un grupo de esos modernos de WhatsApp y estoy emocionado de ver que hay Maestras, Periodistas, Ingenieros, Filólogos, Abogados, Representantes de firmas multinacionales importantes, Funcionarios dignísimos... que saben latín, tienen una excelente cultura general, saben de lo suyo y de música, política, economía. Todavía soy yo el que aprende de ellos. Y es un orgullo contar con su amistad.
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