Alfonso Ussía

Gento y Ramos

La Razón
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Coincide la jornada de votación con el nombramiento de Presidente de Honor del Real Madrid, en calidad de sucesor de don Alfredo Di Stéfano, de don Francisco Gento, el mejor extremo izquierdo de todos los tiempos. Montañés, de Guarnizo, como don Joaquín Leguina. Una designación tan justa como aplaudida. El futbolista con más Copas de Europa en su haber, campeón en seis ocasiones. Marcó un golazo, el de la victoria ante el Milan en Bruselas y no exigió un aumento de su contrato. La antítesis de Ramos. Madridista hasta las cachas, ejemplar, virtuoso, y humilde. Sus paradas en seco hicieron volar a muchos defensas. Sus hermanos Gento II y Gento III tenían una gran calidad, pero no pudieron compartir la gloria con Paco, el mayor. Hoy ha superado los ochenta años y Florentino Pérez ha acertado plenamente proponiéndolo para cubrir la vacante honorífica del insuperable don Alfredo. Un acierto que compensa el terrible error de premiar a Ramos por el gol de Lisboa, cuando su obligación era meterlo. El gol de Gento en Bruselas fue mucho más meritorio, y al llegar a Madrid se limitó a seguir jugando un fútbol espectacular, en un equipo grandioso y en un club magistralmente administrado por un señor de Almansa que fumaba puros.

Gento, además, era un deportista respetuoso y un señor en el terreno de juego. No propinaba codazos a los contrarios, ni simulaba con aspavientos dolores inexistentes. Se las llevó todas y no respondió jamás. No dejaba habitualmente a su equipo con diez jugadores por expulsiones cretinas, y a pesar de las patadas que se llevaba encima en cada partido, era el capitán conciliador que todo lo arreglaba con una palmada amistosa en la espalda de su propio agresor. Por otra parte, Gento, en plena gloria personal y colectiva, era un montañés que entraba en una peluquería y le pedía al peluquero lo que siempre hicieron los hombres. –Córteme el pelo–. No necesitaba de asesores de imagen, de peluqueros de diseño, de ropa de hortera rico y de ningún René. En el mundo del fútbol, Gento era admirado y querido, y jamás dejó de ser de Guarnizo, que es un detalle al que yo le concedo toda la importancia que tiene. Con más de setenta y cinco años, me retó a una partida de bolos montañeses, y tuve la habilidad de retrasarla hasta el día de hoy, porque me habría ganado sin dificultad.

Gento se compenetró con Di Stéfano, Rial, Kopa, y posteriormente, Puskas. Cuando todos se fueron, él se quedó de maestro de la nueva generación. Amancio, Zoco, Pirri, Serena... Y con ellos le ganó al Partizán de Belgrado su Sexta Copa de Europa, con un gol de Serena que tampoco significó un aumento en la ficha.

Llegaron nuevas generaciones, y especialmente la llamada «Quinta del Buitre» de cuyos componentes decía Di Stéfano que habían sido los mejores alumnos y los peores profesores. Era otro mundo.

Hoy mandan más los representantes que los presidentes, las marcas deportivas que los gerentes de los clubes y los peluqueros de diseño que los entrenadores. Un gol para empatar lo que estaba perdido le ha servido a Ramos para ganar nueve millones de euros libres de impuestos con independencia del resto de las canonjías futboleras. Y está jugando muy mal y dando los mismos codazos. Los tres rematadores de cabeza mejores de todos los tiempos –no pude ver a Zarra–,fueron Santillana, Koksis y Úwe Seller. Y saltaban con los brazos casi pegados al cuerpo. Se trata de cruzar recuerdos, y de felicitar a Florentino Pérez por haber llevado a Gento a la Presidencia de Honor del Real Madrid. Lástima su resbalón con Ramos. Bruselas y Lisboa. Un gol que valió una Copa de Europa y otro gol que sirvió para culminar la más sucia y antimadridista coacción.