Carlos Rodríguez Braun
Iberia y el cerco
Se estrecha el cerco en torno a Iberia. La desaparición de la empresa es una hipótesis que ya hay que contemplar como realista dada la gravedad de su situación, como declaró Josep Piqué, el presidente de Vueling. La huelga de la semana próxima, que empeorará aún más las cuentas, ha sido convocada porque los sindicatos han rechazado un plan de ajuste en el cual la reducción de personal se había planteado en su práctica totalidad mediante prejubilaciones. Como escribí aquí mismo hace dos meses, Iberia pierde cuando vuela hacia bastantes destinos, y no hay ninguna forma de que subsista si no vuelve a ser rentable, para lo cual, como cualquier empresa que crea que a medio o largo plazo es viable, debe incrementar su competitividad mediante una combinación de menos costes, reajuste de la actividad y nuevas inversiones. Esta triple estrategia, asimismo, debe realizarse en los plazos adecuados, para evitar el colapso del negocio. Descartada la posibilidad de financiarla con dinero público, la actitud del Gobierno oscila entre la demagogia y la hostilidad. Así, por una parte se invita al «diálogo» y se presume de defender a Iberia en tanto que «empresa estratégica», mientras que por la otra se suben los impuestos y las tasas y se rebajan los billetes del AVE. Hablando de diálogos, otra posibilidad que tienen los gobernantes de dañar a la empresa son, paradójicamente, los laudos. Como informó ayer Miguel Ángel Gavira en «El Economista», el de Jaime Montalvo dio como resultado la paralización del crecimiento de Iberia Express, porque integraba a sus pilotos en el escalafón de los comandantes de Iberia, con lo que bloqueaba el horizonte de su filial «low cost». Si esta historia se repite, es decir, si el Gobierno aplica un laudo que impida a Iberia dejar de perder dinero, sólo le quedará a la compañía una alternativa: paralizar sus inversiones previstas y reducir su capacidad hasta cuadrar las cuentas. Como es obvio, este es un proceso de ajuste muy peligroso, porque puede desembocar en que la compañía deje de perder...porque desaparezca.
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