Iñaki Zaragüeta
Inhibición y complicidad
La autonomía universitaria volvió a dar ayer la de arena por obra y gracia de los responsables de la Universidad Politécnica de Valencia, que no previeron la algarada con motivo de la asistencia del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, a la toma de posesión del nuevo rector. Sin medidas de seguridad, como si se invitara al jaleo, un grupo de estudiantes y no estudiantes no sólo pretendían reventar el acto, sino que, a juzgar por su conducta, ir más allá contra el representante institucional de todos los valencianos. Nadie sabe qué hubiera sucedido de no actuar los escoltas y la contravigilancia prevista para estas ocasiones. ¿Se necesitará algún suceso grave para que los prebostes académicos se tomen las cosas en serio? No sólo no adoptaron medidas protectoras, sino que los refuerzos de la Policía Nacional no pudieron acceder al campus por la falta de autorización del rector como consecuencia de la autonomía universitaria. La inhibición corre el riesgo de convertirse en complicidad. Esta circunstancia trae a colación el debate sobre si la autoridad docente exhibe experiencia suficiente como para calibrar cuándo debe intervenir o inhibirse la fuerza policial. ¿No estaríamos más tranquilos si fuesen los profesionales, como el jefe superior o la Delegación del Gobierno? Así es la vida.
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