Julián Cabrera

Inmaculada Tania

Le espetaba el líder de «Podemos» a una periodista que es «machismo» preguntarle a propósito de Tania Sánchez, su compañera sentimental y parlamentaria de IU sobre unas presuntas irregularidades en su gestión como concejala en Rivas destapadas por cierto en este periódico. Todo un guiño a ese anhelado control de los medios como sector estratégico.

La reacción de Iglesias, con independencia de que se acabe probando la adjudicación irregular de contratas por parte de Tania Sánchez a parientes o la venta poco aclarada de un piso protegido, viene a evidenciar, sumados casos como el de Errejón–Universidad de Málaga, una indicativa irritabilidad y una pueril ausencia de cintura política a la hora de dar explicaciones –aunque sean las de manual usadas por la «casta»– sobre cuestiones incómodas.

Relacionar machismo con el interés periodístico sobre un personaje político a propósito de cuestiones que deben explicarse, obliga como mínimo a dos recordatorios:

Uno, que la interfecta pertenece a una formación con la que Podemos no descarta llegar a algún tipo de acuerdo electoral y esa formación es IU. Y dos, –y aquí miren por dónde, sí entra en juego la relación personal– que la relevancia pública de una concejal de Madrid sur no sería la que es –no desmereciendo su meritoria victoria en las primarias madrileñas de IU– sin el elemento añadido junto a otros de quién es su pareja. Sería bueno saber si para Iglesias era también machismo periodístico preguntar en tiempos a la hoy dimitida Ana Mato por las actividades de su ex marido Jesús Sepúlveda, entre otros muchos ejemplos. Tania y Pablo, llegados a la política caminando sobre las aguas y exudando colonia, ya deberían haber reparado en que ponerse bajo los focos no solo broncea, también achicharra y evidencia las máculas.