Restringido

Irene Sabalete

La mujer iba el domingo en la lista socialista por Jaén, de donde había sido la delegada de Empleo de la Junta, y ayer declaraba ante la juez Alaya por el fraude de los cursos de formación, junto con otros altos cargos. De la noche a la mañana, el Partido Socialista de Andalucía ha pasado de la cara a la cruz, una cruz, la de la corrupción, que se antoja cada vez más pesada. La noticia de la redada le ha llegado a Susana Díaz en plena celebración, con la resaca encima y el despertar de la incertidumbre por la investidura. Su primera ocupación ha consistido en firmar destituciones a toda prisa. Irene Sabalete, una mujer joven e intrépida, de rostro agradable y mirada agresiva, se ha convertido de pronto en la imagen negativa y, para muchos, en el símbolo de una forma detestable de hacer política. Feminista convencida y agresivamente anti-PP, proclama que «las mujeres no somos recortables». Y se define, por este orden, «madre, torrecampeña, socialista, inconformista, politóloga, socióloga y comprometida con mi tierra». Su tierra es Jaén, la de los olivareros altivos. Es hija de Blas Sabalete, alcalde de Torredelcampo, representante de una ilustre familia socialista, con notable influencia en el partido. Eso le ha servido, según parece, a la ambiciosa Irene para escalar posiciones. De ahí que más dura será la caída.

Con independencia de lo que resulte del sucio asunto de los cursos de formación, en los que se investiga el destino de tres mil millones de euros procedentes de la Unión Europea, que no es moco de pavo, hoy se habla y no se para de Irene Sabalete por unas declaraciones suyas en la campaña electoral de 2012, que un empleado grabó y ahora se han hecho públicas. Entonces ella era, como queda dicho, delegada de Empleo en Jaén. Las declaraciones están ya en manos del fiscal por si fueran constitutivas de delito. Esto dijo aquel día a los empleados de la Delegación la Sabalete: «Si no ganamos las elecciones, no vais a seguir trabajando en la Junta de Andalucía». Así que «os quiero a todos en la calle haciendo campaña por el PSOE; la gestión la dejáis aparte». Aún más: «Visitad a las empresas (a las) que les hemos dado ayuda (...) Esto es lo que más se parece a los testigos de Jehová», que, como se sabe, van de puerta en puerta. Para muchos, el sistema clientelar y la compra de voluntades explican, más que ninguna otra razón, que los socialistas sigan al frente del Gobierno andaluz –caso único– treinta años después, sin soltar allí el poder. Eso y Canal Sur, claro. No es extraño que haya surgido inmediatamente entre los adversarios y se haya extendido como la pólvora el dicho futbolero de «¡Así, así, gana el PSOE andalusí!».Esto da a entender que lo de Irene Sabalete no es un caso extraño, no.