María José Navarro

Ironía

La Razón
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Hay dos futbolistas del Eibar llamados Sergi Enrich y Antonio Luna que están dando un pelotazo gordo estos días. La verdad es que no lo están pegando por jugar maravillosamente al deporte que practican, no, no es eso, no nos equivoquemos. Hasta ahora quizá no sabíamos ni quiénes eran, ni en qué posición se colocaban en el campo, ni nada relacionado con sus virtudes deportivas pero les agradecemos el empeño en ser famosos: ya que no van a parecerse nunca a Messi que sean al menos recordados por su estupidez. El pelotazo lo están dando por mantener relaciones sexuales con una joven, a la vez, en el mismo instante y en la misma escena y haberse grabado un vídeo con la moviola. Eso es jugar en equipo, qué compenetración. Perdón por el humor que me gasto, hay que ver qué hora Paramount Comedy tengo más tonta. Enrich y Luna han sufrido un pequeño percance porque resulta que alguien ha filtrado la grabación y les hemos visto en sus mejores jugadas y hasta ahí, tal y como ellos argumentan, es un pasaje privado, consentido por todas las partes y que pertenece a su vida íntima. Es una pena que en un momento de la grabación, la chica que aparece y a la que, si te empeñas, le ves nítidamente el careto, les dice que no sigan filmando. Lo dice claramente, dice «para, eso no», mostrando su rechazo a ser inmortalizada en semejante tesitura. El autor del vídeo hace caso omiso a lo que ella pide porque en ese instante estaba a lo que estaba y muestra una actitud un poquito despreciativa hacia la chica y su observación, pero, ay, ya se sabe que está mal hablarle al conductor del autobús porque se despista y chocamos. El comunicado que han emitido estos dos muchachitos es magnífico: qué dignidad más enorme, válgame san válgame. El problema es que la mujer dice que no le graben y se escucha. Pues les ha denunciado, qué les parece. Ay, de verdad, qué cosas pasan y qué resueltas son estas zorritas. Menos mal que existe la privacidad y el derecho a la intimidad de estos hombrecitos. Quizá la de ella la tratemos en otro siglo.