Real Madrid
Karim
Hablan y el chusco de pan se pone por las nubes. Lineker afirma que Karim Benzema es un delantero sobrevalorado. Hay un sector madridista que comparte esa opinión y que cada vez que el muchacho falla un gol, o que el portero le hace una parada para enmarcar, recuerda a Álvaro Morata y protesta al exinternacional francés. Si Cristiano Ronaldo consume tres o cuatro partidos sin mojar, sólo es una mala racha. Tiene acreditadas calidad y facilidad rematadora. Indiscutible. Sale casi a gol por partido. Es un «killer». Karim Benzema, en cambio, es un paquete. Sentencia injusta y exagerada. Cierto que mezcla fallos pueriles con jugadas antológicas. Tan evidente como que en ese sector «linekeriano» del Bernabéu la magia del centro que es más de medio gol, o el regate en un baldosín, o el quiebro triturador, o la finta o el cambio de dirección, desaparecen en cuanto el meta rival cumple con su obligación y despeja, que para eso cobra a fin de mes.
La crítica de Lineker ha escocido a Zidane, que la ha calificado sin paliativos: «Es una vergüenza». Ha salido en defensa de un jugador de su plantilla que no es sólo un compatriota o una de sus debilidades. Defiende a Benzema porque hay detalles en su juego que tal vez le recuerdan a él, que era un artista; porque no es un jugador egoísta; porque «nunca meterá sesenta goles», reflexiona el entrenador, «pero meterá treinta y dará cuarenta». Karim no posee el «instinto criminal» de Cristiano, pero es muchísimo menos egoísta. Para Ronaldo, jugar al fútbol significa chutar, desde donde sea y en las condiciones que sea, con ángulo o sin él, porque al final de la temporada el galardón individual alimentará su ego y su apetito insaciable. Benzema juega al fútbol, ni más ni menos.
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