Educación
La culpa es de Franco
Tiene que cambiar de proveedor. No sé si son los cruasanes o los churros, pero alguna de las sustancias que consume Ángel Romero, director de Relaciones Institucionales y Ciudadanas de la Junta de Andalucía, le perjudican seriamente.
Y no sólo a él, sino también a la cuadrilla que se ha sumado a la tesis de que los pésimos resultados escolares que, según el Informe PISA, sacan los escolares andaluces son culpa de Franco.
Unos, como el ganso de Romero, hasta lo han escrito en Twitter. Otros, como Adelaida de la Calle, consejera de Educación y rectora de la Universidad de Málaga cuando allí daban becas-black al podemita Errejón, eluden el nombre del extinto dictador y se parapetan en el bajo nivel de renta y en la tasa de analfabetismo que sufría la región en la Transición. Es de coña; casi tanto como la sectaria chifladura de cambiar nombres de calles, arrancar placas y remover monumentos, que consume al hatajo de mangantes aposentado en buena parte de los ayuntamientos españoles. Si el franquismo tuviera algo que ver con el nivel académico de los chicos españoles de 15 años, ¿cómo es posible que los portugueses de la misma edad estén por encima de la media de OCDE y nos superen en todo?
Hace 42 años, cuando al Generalísimo se le complicó la flebitis y empezó a agonizar enchufado a una máquina, fue cuando Portugal se desembarazó de la dictadura salazarista, que había empezado en 1926. El país vecino, que ahora tiene una renta per cápita un 30% inferior a la española, sufría entonces el doble de analfabetos y era mucho más pobre que nosotros. Que la Historia y la familia pesan, es incuestionable, pero a cada cual lo suyo y el PSOE lleva 35 años gobernando Andalucía con competencias en Educación. Vaya por delante que buena parte del resto de España tampoco puede sacar pecho, porque la situación es muy similar a la de hace tres años, y si hemos mejorado en puestos es porque la media de la OCDE ha descendido. Dicho esto y pensando en los majaderos que añoran a los que rebautizaron la Gran Vía como «Avenida de la Unión Soviética», quizá no vendría mal recordar que cuando murió Franco, todavía faltaban 15 años para que se desmoronara el Muro de Berlín y no existían ni Internet, ni teléfonos móviles, ni cadenas de televisión privada. Por no haber no había ni cajeros automáticos y en los «cagaderos» públicos –cerrados con candado-–no había rollo de papel higiénico, sino una punta donde ensartaban cuartillas de periódico.
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