Martín Prieto
La fortaleza del débil
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial Churchill convocó al Embajador de España, Duque de Alba y pariente del Rey Jorge como Fitz James Stuart, para una propuesta envenenada: retrocedernos Gibraltar si no participábamos junto al EJE ni facilitábamos la toma por este del Peñón. Con Portugal se habían alcanzado acuerdos paralelos garantizando tras la guerra la pervivencia del corporativista y neofascista régimen de Salazar a cambio de la utilización de las Azores por los angloamericanos. Alba voló con riesgos a Madrid para encontrarse con la inmutabilidad de Franco. Ante la insistencia del Embajador, requirió: «Que la oferta se la den por escrito».Y hasta hoy. El Presidente Rajoy no tiende al dramatismo y no cabe en su genoma dejar que Cataluña, ya en bono basura, quebrada, deje de pagar las nóminas y a los proveedores. La debilidad de Artur Mas, President de la Generalitat, no puede ser más patética: ha doblado la deuda del tripartito, ha perdido votos y escaños ( para independencia mejor el original que la copia sedicente) y se encuentra aherrojado por los republicanos independentistas. Mas ha venido a Madrid a pedir sin aflojar la pesadez de su consulta, y es que los débiles saben abrazarse a los fuertes hasta derribarlos.
La debilidad institucional, económica y política de la derecha nacionalista catalana en el engrudo de un victimismo que pasan de generación en generación. Por ello el pesimista José Ortega y Gasset en Cortes republicanas replicó al optimista Manuel Azaña que lo que entendemos por «problema catalán» no se resolvería jamás porque la debilidad de aquellas fuerzas vivas las hacía proclives a la nostalgia, el sentimentalismo y la melancolía. Artur Mas solo puede aspirar a salvar los muebles a cortísimo plazo, sabiendo que Rajoy, en su papel de fuerte, no le va a dejar caer en ninguna sima. Para tapar sus caprichosos agujeros contables habrá que encrespar a otras autonomías, y al menos Mas debería ser buen pagador. No basta con que aplace su consulta; no es suficiente que nos lance la bomba pasado mañana en vez de tirárnosla hoy; triste consuelo. Debería decir a sus conciudadanos que ya no apuesta por Chipre entre España y Francia. A la diversa derecha catalana la daría fortaleza.
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