Alfonso Ussía
La hermana de Pep
Con gran solemnidad y éxito en la convocatoria, Puigdemont ha inaugurado en Copenhague la embajada de Cataluña –también Kat-Alá-Unia–, en Dinamarca. Asistieron noventa personalidades, convocadas por la hermana de Pep Guardiola, que es la encargada de esas cosas. De las noventa personalidades, sesenta llegaron de Barcelona y treinta eran vecinas de Copenhague. De las treinta últimas, veintiocho personalidades catalanas domiciliadas en Dinamarca y dos danesas. Stevan Sorenssen, el más importante importador de salchichón de Vic en los países nórdicos, y Oscar Omar Ferrati, un argentino que obtuvo la nacionalidad danesa por vía matrimonial. Un éxito diplomático de Cataluña sólo comparable al que obtuvo en su día el «Lehendakari» Garaicoechea cuando recibió en «Ajuria Enea», en pleno mes de enero vitoriano, a Osaguiefo Kuntinaku II, Omán de Akimbabakwa, región autonómica de Ghana.
Poco acostumbrado al frío de Vitoria, el Omán Osaguiefo Kuntinaku II se presentó ante Garaicoechea con una piel de leopardo de abrigo. Algo se disponían a firmar. Por desgracia, los encargados de estampar su rúbrica por parte de Akimbabakwa no se presentaron. Se trataba de sus ministros de Asuntos Exteriores y Economía. La noche anterior, en el Casino de Biarritz, los señores ministros se agarraron un pedal de campeonato e intentaron hacer trampas en la ruleta. Fueron detenidos por la gendarmería y encerrados en una comisaría a la espera de declarar ante el juez. Cuando el juez los soltó después del pago de una cuantiosa multa, la reunión en la cumbre vasco-akimbabakwesa había finalizado, y Osaguiefo Kuntinaku II abandonado «Ajuria Enea» con su piel de leopardo sobre los hombros. A partir de ahí, Garaicoechea dejó de recibir a mandatarios extranjeros, porque el cachondeo fue de órdago.
Se equivocan Puigdemont y la hermana de Pep eligiendo las sedes de sus embajadillas. Sus legaciones se sitúan en Bruselas, París, Londres, Berlín, Nueva York, Washington, Viena, Roma, Lisboa y Copenhague. Tiran el dinero de Montoro. Bélgica, Francia, el Reino Unido, Alemania, los Estados Unidos, Austria, Italia, Portugal y Dinamarca ya le han dejado claro que no apoyan la independencia de Cataluña ni por asomo. En tal caso, lo lógico es que Puigdemont, Romeva y la hermana de Pep, clausuren esas sedes en naciones opuestas a sus objetivos y las trasladen a Estados más comprensivos con el dichoso Proceso. Por ejemplo, Akimbabakwa, donde reina en la actualidad Osaguiefo Kuntinaku III, hijo del Omán que visitó a Garaicoechea, que heredó el trono de su padre en condiciones penosas. Su padre, gran aficionado a la pesca de la Dorada fluvial en el río Nmogongo no se percató de la presencia de un hipopótamo que, a pocos metros de su embarcación, apenas dejaba emerger del agua sus ojillos escrutadores. El hipopótamo, de sopetón, arremetió contra la lancha de Su Alteza y se zampó a Su Alteza, dejando a su hijo heredero en una situación de profunda tristeza, porque como padre, fue ejemplar y cariñoso. No albergo dudas al respecto. Si la hermana de Pep y Romeva se dan un garbeo por Akimbabakwa, serán recibidos con todos los honores y la Estrellada ondeará en Ghana con el mismo vigor que las banderas de Togo, Dahomey, Burkina Fasso y las Islas Molucas Selatán. Hay que buscar naciones amigas, no Estados adversos. Tirar a la basura 64 millones de euros para nada, no es propio de políticos inteligentes. Y si falla Akimbabakwa, siempre quedarán Qatar o Irán para ir saliendo del apuro.
Pero no más fracasos ni deslizamientos ridículos. En Europa no tienen clientela y en los Estados Unidos, aún menos. ¿Por qué no en Caracas? ¿Por qué no en La Habana? ¿Por qué no en el archipiélago de Ryu-Kyu que transcurre por parecida situación ilusionante que Cataluña? Las islas Ryu-Kyu, hasta ahora pertenecientes a Japón, han iniciado por deseo de sus gobernantes, un proceso de desconexión con el imperio nipón y optan a la independencia. Allí serían recibidos Puigdemont, Romeva y la hermana de Pep como auténticos héroes, y si le llevan al presidente de Ryu-Kyu una camiseta firmada por Messi, el éxito diplomático está asegurado.
Las relaciones diplomáticas son complicadas, como la creación de un Ejército, última obsesión de Puigdemont. No son los gastos, las compras de cañones y la disponibilidad de presupuesto a costa de no pagar a las farmacias requisitos fundamentales para crear unas Fuerzas Armadas. Sin Historia, sin nada detrás, sin ejemplos, sin referencias seculares, un Ejército no se cree su función. Y lo mismo sucede con la diplomacia. De ahí los coscorrones que se llevan, como el último de Copenhague, que ha sido un coscorrón de los gordos.
Y si no se lo creen, consulten a Pep, que al menos está más viajado.
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