
Francisco Marhuenda
La hora de la verdad

Una vez más la campaña electoral se ha desarrollado en clave nacional. No creo que nadie se sorprenda ante esta obviedad. Es cierto que todos los candidatos han incluido referencias a la Unión Europea y su importancia, pero sabían que el voto se depositará en las urnas desde esa otra perspectiva. Por supuesto están los programas electorales, pero despiertan un interés descriptible. No conozco a nadie que los haya leído completos, aunque es verdad que se analizan parcialmente. Lo importante siempre son los titulares y los resúmenes con las grandes propuestas. En el momento en que se conozcan los resultados veremos cómo los análisis responden a su traslación a la política nacional. Hay varias cuestiones importantes sobre la mesa porque son relevantes para todos los partidos, pero también para el conjunto de la sociedad. Este viernes se conocía la decisión de S&P de mejorar la calificación de la deuda soberana española. Ha sido una noticia muy buena ya que confirma que la recuperación no es propaganda, como le gustaría a la izquierda política y mediática, sino una realidad que empieza a notarse a nivel de calle. Por supuesto, sin la rapidez e intensidad que todos desearíamos, pero muestra una economía que está en el buen camino. Éste es uno de los principales temas que se dirimen en las elecciones. La confianza es un valor clave para cualquier economía y su pérdida, como sucedió en 2011, puede conducir al desastre. Un gobierno débil siempre es negativo. La clave de la recuperación, a pesar de las interpretaciones excéntricas de algunos economistas de izquierdas, ha sido la mayoría absoluta. Por ello, el PP necesita un buen resultado para mantener el impulso reformista. Rubalcaba quiere perpetuarse en el poder y sólo puede conseguirlo si gana las elecciones. El panorama sería inquietante por su debilidad y con el horizonte para 2015 de una coalición con la izquierda radical y antisistema. La clave catalana es otro factor interesante, porque el desgaste de CiU podría implicar un replanteamiento en su estrategia independentista y provocar que emerjan las voces contrarias de los que quieren regresar a la centralidad y el posibilismo. Finalmente, están los pequeños partidos que son los de izquierda como IU y Podemos, de centro izquierda como UPyD y Ciutadans o de derecha radical como Vox. Son una incógnita. Creo que el bipartidismo imperfecto mantendrá su fuerza, afortunadamente, porque el riesgo de gobiernos dominados por minorías populistas es un escenario de futuro inquietante. España ha avanzado mucho desde la Transición gracias al bipartidismo.
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