Real Federación Española de Fútbol
La hora de las navajas cabriteras
El poder tiene mala fama, que si corrompe, «que si dura poco cuando es excesivo», prescribió Séneca; que si al hombre se le conoce revestido de poder, «que el poder como el nogal no deja crecer nada bajo su sombra», palabra de Antonio Gala, o, por el contrario, que sólo desgasta al que no lo posee. El poder atrae, es un imán, y la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol es caramelo si no se atraganta, o indigesta. Perseguido por la gloria y acechado por el escándalo, el poder tiene a Villar, el último presidente electo, inhabilitado. Estuvo en la cárcel. Quiere demostrar su inocencia; pero se le amontonan los líos. Miguel Ángel Ferrero, portavoz del PSOE en el ayuntamiento de Las Rozas, denuncia a la RFEF por impagos de diversos impuestos municipales, desde 2009, que calcula entre cien y doscientos millones de euros. Y, además, la moción de censura que ya ha presentado Luis Manuel Rubiales, el enemigo desde el instante en que aportó las 60 firmas para ponerla en marcha con la fuerza de un 155.
El expresidente de la AFE ha obtenido 90 apoyos de la Asamblea de la Federación, que hoy le convertirían en el sucesor reglamentario de Villar, hasta el 22 de mayo de 2020, si la dimisión de este último o algún otro proceso judicial en curso no lo evitan, o si quienes le han garantizado soporte no le traicionan. Que se cuide.
Si hubiera que renovar la Asamblea, porque la constitución de la que prevalece está recurrida, el proceso electoral comenzaría desde cero. Si la moción de censura triunfa, en este momento ganaría Rubiales. Pero en cualquiera de los dos casos, el que puede prolongarse hasta mediados de 2018 o el que agotaría los pasos a mediados de enero, lo inevitable, como en cualquier elección, es que los poderes del fútbol, buenos malos o regulares, van a salir a la superficie. Y la navaja cabritera despellejará al único candidato visible por el momento. Rubiales sabe a lo que se enfrenta. Y si no lo sabe, sufrirá.
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