Política

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La hora de los pactos

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El fuerte impacto de los atentados de París ha propiciado el anuncio público de un pacto de Estado contra el terrorismo entre el Partido Popular, en el Gobierno, y el Partido Socialista, en la oposición. En realidad, se trata de una reafirmación del comportamiento habitual de las dos principales fuerzas políticas en este campo minado. Antes el énfasis era contra ETA; ahora, contra el terrorismo islámico y sus nuevos métodos. No es otra cosa que la necesaria puesta al día de la defensa de la seguridad y de las libertades públicas, como hacen en el resto de los países europeos, ante los nuevos desafíos. Sería lamentable que la defensa en caliente de la seguridad se llevara por delante jirones de libertad. Por eso vienen bien aquí los contrapesos a la hora de establecer las nuevas normas. En este campo, cuanto más amplio sea el consenso y la conjunción de los distintos puntos de vista, mejor. Populares y socialistas, dos fuerzas bien diferenciadas, han demostrado con este anuncio su sentido de la responsabilidad en vísperas electorales. Este tipo de compromisos dignifican la política y ayudan al electorado a matizar su juicio negativo sobre los partidos. Por el contrario, los advenedizos y poco documentados utilizarán el pacto para meter a Rajoy y a Sánchez en el mismo saco como representantes de la «casta» –esa estupidez publicitaria y cansina– y para dejar caer que se trata de un ensayo de cara al futuro Gobierno de coalición.

Puestos a tener sentido de Estado, como exigen hoy a los partidos la mayor parte de los ciudadanos, no estaría de más que Sánchez y Rajoy aprovecharan este clima de entendimiento y compromiso para acercar posiciones ante el desafío independentista de Cataluña, no menos grave que el desafío terrorista. Parece que en este crucial campo las diferencias son más tácticas que de fondo. Todo lo que sea conjuntar esfuerzos para salir del atolladero estará bien y ayudará a que el PP y el PSOE demuestren que son elementos imprescindibles para la estabilidad del sistema democrático de España y de la unidad de la nación. Ninguna aportación o sugerencia –incluida, por supuesto, la posible reforma constitucional– debería ser desechada de antemano por ninguna de las dos partes. Habrá que ver qué anuncia hoy el oráculo mortecino de Artur Mas. La respuesta del Gobierno, con el respaldo del principal partido de la oposición, debería ser contundente e inequívoca. No parece descabellado anunciar, por ejemplo, coincidiendo con las elecciones «plebiscitarias» de Cataluña o con las municipales y autonómicas, un referéndum en toda España, incluida Cataluña, que así ejercería legalmente su derecho a decidir, con la siguiente pregunta: «¿Desea usted que Cataluña siga formando parte de España y de la Unión Europea?». No es la primera vez que lo dejo caer aquí. Es sólo una sugerencia.