Debate de investidura
La ley de Peter y terceras elecciones
El estudio de las organizaciones sociales ha proporcionado una línea de teorías que tienen su origen en la década de los sesenta del siglo XX en Estados Unidos, en los estudios del catedrático de la Universidad del Sur de Carolina, Laurence J. Peter, más conocidos como la ley de Peter.
Este principio viene a determinar que las organizaciones están dirigidas por personas incompetentes. Lo formuló con el siguiente literal: «En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse».
La versión española correspondió medio siglo antes a Ortega y Gasset cuando afirmó que: «Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes».
La ley de Peter no es una ley física, éstas últimas pueden predecir, con carácter universal, un fenómeno siempre que se cumplan determinadas circunstancias. Si se observa la política española en los últimos años, encontramos material suficiente para iniciar una tesis doctoral sobre el cumplimiento del principio del catedrático norteamericano.
Las elecciones del 26-J parecían despejar dudas sobre quién y cuándo debería gobernar. Pero la exasperante inactividad del Sr. Mariano Rajoy, que tiene por norma dejar los problemas en un cajón y mirar, de vez en cuando, por si han desaparecido por sí solos, junto a la deficiente lectura del mandato de los españoles que han hecho los demás, ha vuelto a sumir a la sociedad española en la incertidumbre sobre el futuro próximo.
El Sr. Albert Rivera se comporta como un nuevo rico dilapidando su patrimonio. Nadie sabe bien qué quiere, si gobernar, ser oposición o nuevas elecciones. Pero lo peor es que cada día importa a menos personas cuál es su objetivo. Inexperto, débil, poco solvente, como un patrón de velero al mando de un buque de la armada, el destino de Ciudadanos es cada vez más evidente y la Sra. Rosa Díez les espera, ella llegó antes.
Desde Podemos, la depresión postelectoral que sufre el Sr. Pablo Iglesias obliga a que los mensajes sean lanzados por distintos portavoces también acreedores de demostrar la ley de Peter, como el senador Ramón Espinar, para quien «El PSOE tiene que decidir si quiere gobernar con el PP, con Podemos o ir a unas terceras elecciones». El PSOE no gobernará con el PP, ni con Podemos y si la cordura se impone, no habrá terceras elecciones, y eso que esto último es lo que trae más cuenta a Podemos, porque en una repetición electoral volverían a su irrelevancia histórica.
Lo que sí ha quedado demostrado es que Podemos no sirve para resolver ninguno de los problemas que tenemos, no pueden formar gobierno, no quieren nuevas elecciones y no ofrecen ninguna salida a la gobernabilidad del Estado. Es lo que se llama tener «71 diputados como 71 estatuillas de adorno».
El ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha puesto el dedo en la llaga cuando afirma que el PSOE debe abrir un proceso de debate interno para aclarar su posición. Parece algo elemental, pero no es naíf la afirmación.
La toma de decisiones en el Partido Socialista ha entrado en una dinámica en la que nadie sabe cuál es el objetivo de la dirección, hay recelos y desconfianza del resto del partido y se suceden unos encuentros, llamados comités federales, en los que los dirigentes de los distintos territorios, especialmente los que tienen responsabilidades institucionales en los gobiernos autonómicos, intentan acotar la posición política para evitar dislates ante la ausencia de diálogo fluido, sincero y leal.
La dirección no quiere controles, ni mostrar sus objetivos y su respuesta tiene dos líneas de actuación: de una parte, intentar erosionar la imagen pública de los presidentes autonómicos, llamándolos «barones» y barnizándolos como personajes que sólo buscan su propio poder interno y debilitar a la dirección que sólo «intenta hacer su trabajo», la duda sobreviene a la hora de definir los extremos de ese trabajo.
Y de otra parte, lograr su supervivencia. Aún recuerdo las palabras de un experimentado dirigente de IU que afirmaba que la única realidad en su formación era que el aparato siempre tiende a su propia supervivencia.
El diálogo al que se refiere el Presidente Zapatero debe darse, él no dijo cómo ni dónde, pero una mayoría piensa que el dónde es un Congreso y el cuando es antes de ayer. Será una manera de demostrar que no se cumple la ley de Peter.
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