M. Hernández Sánchez-Barba

La medicina en la cultura inca

La Razón
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La civilización indígena peruana presenta un elevado interés en el conjunto cultural del Nuevo Mundo. Las líneas de conocimiento son diversas. Por la arqueología ha sido posible conocer sus etapas más antiguas; por las crónicas españolas de la «conquista» y posteriores a ellas se ha podido captar –gracias a las depuraciones críticas que de ellas se van haciendo– los más importantes aspectos del gran Imperio Incaico, la gran unidad política conseguida por los Incas en un extenso territorio andino, tras absorber otras importantes culturas.

En el momento de acceso del grupo de conquista bajo el mando de Francisco Pizarro, el Imperio Inca se encontraba en un momento cumbre. La dominación impuesta por los Incas en el Tahuantinsuyu desde la capitalidad, Cusco, que traducido del quechua es «ombligo», es decir, «Centro de las Cuatro Regiones», formaba un complejo homogéneo sobre un variado mosaico de gentes y culturas, en virtud de un orden político, religioso, económico y cultural. Sin duda se trataba de la creación más importante de la historia de la América indígena.

Suele dividirse geográficamente Perú y la región andina boliviana en tres zonas longitudinales radicalmente distintas entre sí. La «costa», región seca y tropical, cruzada entre Túmbez y Arica por cuarenta valles pequeños, modelados por riachuelos descendentes de los Andes, que al llegar al mar transforman la llanura costera en un vergel con sorprendentes sistemas de irrigación. A continuación, hacia Oriente, «las tierras altas andinas», que han sido estudiadas por el profesor Bowman, relacionando las zonas de cultivo con el mosaico climático, pues no es lo mismo la puna boliviana barrida constantemente por vientos helados a una altura entre 3.000 y 4.000 metros, la tierra de la papa y la llama y en los valles transversales, mas al abrigo de los vientos y el frio, guarda su clima un término medio para las plantas de zonas templadas. Por último, siempre hacia el interior, las vertientes descendentes de los Andes dan paso a la «selva», el gran obstáculo de expansión hacia el Oriente.

A esta división geográfica ternaria le corresponde una clasificación también ternaria de población: «yunca», «colla», «quechua». Los primeros con significación de pueblos costeros; los «colla», a los que se conoce con el nombre de «aymará», fueron absorbidos, pero antes crearon una primera capa dominadora política, centrada en Tiahuanaco. Finalmente, los «quechua» se fueron imponiendo desde el siglo XIII sobre los pueblos serranos. Los «quechua» superaban netamente en energía y en significaciones intelectuales. Todos cederán ante el empuje imperialista de los Incas que llegaron a concretar un enorme imperio: el Tahuantinsuyu, que había llegado a su grado máximo de extensión y organización en 1532, año de la llegada de Francisco Pizarro con su hueste a la costa peruana. La superestructura económica del suelo impuesta por los Incas ha hecho que el francés Louis Baudin considere «el Imperio socialista de los Incas» al imponer una economía dirigida por el Estado.

Los Incas del Cuzco consumaron la unificación política del Tahuantinsuyu en el año 1470, lo que supuso un impulso formidable de la cultura. Entre los factores componentes quiero referirme en esta ocasión a ella, a la medicina, sobre la cual tuve la oportunidad de traer a la Universidad Francisco de Vitoria al eminente catedrático de Historia de la Medicina Don Francisco Guerra y Pérez-Carral, que al reincorporarse a las cátedras españolas fue designado catedrático de Historia de Medicina de la Universidad de Alcalá. Autor del gran libro «La Medicina precolombina» (Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1990). La profesión médica en el Tahuantinsuyu alcanzó un importante desarrollo en el Cuzco y los centros urbanos quechuas más importantes. El Dr. Guerra ilustra las diversas tendencias de la medicina Inca, estableciendo la patología incaica a través de los vocabularios quechuas sobre términos de enfermedades. Guaman Poma de Ayala (1614) ofrece por ejemplo una ilustración sobre una «coya» del Inca durante un ataque epiléptico y relata síntomas del «mal del corazón» como consecuencia de matrimonios consanguíneos del Inca; efectos del alcoholismo y cocainismo crónico. Señala el Dr. Guerra que la trepanación craneal fue la más importante intervención quirúrgica.

Es simplemente una muestra de aspectos médicos de interés que no aparecen en otras culturas indígenas prehispánicas y que indican el grado de desarrollo cultural de los incas del Perú.