Restringido
La sombra del fracaso
El fracaso está garantizado. Lo que se ventila a estas alturas es quién fracasa más. Parece cantado que el socialista Pedro Sánchez va a fracasar la semana que viene en su intento de alcanzar el poder. Tampoco Ciudadanos, el componedor, va a salir cubierto de gloria de la sesión de investidura. Pablo Iglesias, el de la coleta, rumia su fracaso por las esquinas cuando creía que tocaba el cielo con las manos. Y a Mariano Rajoy se le aplica a estas horas lo que dijo Theodore Roosevelt: «Es duro fracasar, pero es peor no haber intentado nunca el éxito». Al final, fracasamos todos. En un país en que todos los políticos, de una u otra bancada, acostumbran a atribuirse siempre el éxito, salga lo que salga de las urnas, esto es una novedad que nos llena de humildad y nos estimula. Una buena lección. Lleva razón Tácito: es difícil juntar la concordia y el poder.
Comprobado el fracaso de la investidura, ¿qué viene después? Hipótesis 1: El Rey vuelve a encargar a Sánchez que siga intentándolo, lo que le obligaría a nuevos pactos, volviéndose hacia su izquierda, y a modificar sustancialmente el programa firmado con Rivera y ratificado formalmente por los militantes y la dirección del partido. Hipótesis 2: Rajoy exige ahora, ante el fracaso de su principal adversario, intentarlo por fin él, lo que le garantizaría, por lo menos, recuperar hasta las elecciones del 26 de junio el centro del tablero político. Hipótesis 3: Tanto Sánchez como Rajoy se hacen generosamente a un lado y el Rey encarga a una tercera persona de prestigio y de consenso la tarea de formar Gobierno mediante una gran alianza de las fuerzas constitucionales. Las tres opciones tienen ventajas e inconvenientes, pero parece que es la tercera salida la menos abonada al fracaso de antemano, fracaso que puede afectar también, si se prolonga, al prestigio de la Corona.
Nota al margen: El pacto de gobierno suscrito por C’s y PSOE es casi, expresamente, una enmienda a la totalidad a la política del Gobierno de Rajoy, lo que impide cualquier aproximación de aquí al 5 de marzo. El PP no puede negarse a sí mismo. Así que Albert Rivera, solicitando la abstención, pide peras al olmo. La tentación de presionar amenazando con romper los pactos en ayuntamientos y comunidades no es de recibo.
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