Restringido

La templanza de Rajoy

La Razón
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La campaña electoral del 20-D, por desgracia, está marcada ya irremediablemente por la deleznable agresión a Mariano Rajoy. Todos los adversarios políticos condenaron (no podía ser de otra manera) tan brutal puñetazo a Rajoy... y a la Democracia. El puñetzo dolió a cualquier persona bien nacida. Sin embargo, en la Red algunos perfiles de Twitter o Facebook de personajillos de ideología de izquierdas –alguno de ellos militantes conocidos e incluso cargos de partidos cuyos líderes habían condenado el incidente– justificaron y hasta aplaudieron la violencia intolerable contra el presidente del Gobierno.

Tras el desagradable suceso, Mariano Rajoy exhibió una entereza enorme. Antes, desde el primer instante, cuando chocó brutalmente el puño de su agresor con la cara del candidato del PP, Rajoy evitó caer al suelo. Podría decirse que defendió, manteniéndose en pie, la dignidad del cargo con el que nos representa a todos los españoles. Igualmente, más tarde, restó importancia al caso. De hecho, continuó su paseo callejero por Pontevedra y mantuvo su agenda electoral intacta, enviando un mensaje tranquilizador: normalidad absoluta. Una directriz, por cierto, que siguieron a rajatabla los mandatarios del PP, salvo alguna contada excepción cortada de raíz por la secretaria general, Dolores de Cospedal y la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría.

Pero, una cosa es lo que ocurre de puertas para afuera en el Partido Popular y otra, claro, lo que opinan las bases del partido, lo que se comenta en las sedes locales, entre la militancia, entre los cargos intermedios, entre quienes reina la total indignación. Los dirigentes que están haciendo campaña, pese a guardar la calma y transmitirla, viven un clima de rabia. El sentir general que preside a la familia popular es que la agresión a su líder no es un hecho aislado sino el resultado final de un caldo de cultivo que vienen alimentando sus adversarios políticos tiempo atrás, en cuanto tienen la mínima oportunidad. «La semilla de esta tensión la plantaron Rubalcaba y Zapatero con su estrategia de dividir por años a la sociedad española», señala un presidente regional del PP con quien converso. En la mente de todos están los tristes días tras los atentados del 11 de marzo de 2004 y el «agitprop» que terminó por cercar las sedes del PP en plena jornada de reflexión.

La militancia del Partido Popular habla abiertamente de que esta campaña electoral transcurría por cauces normales hasta que Pedro Sánchez decidió «tensarla irresponsablemente» en el debate televisivo con Rajoy del pasado lunes. «Sánchez actuó sin pensar en las consecuencia viendo que se escapaban sus opciones electorales», critica un mandatario del PP. Por ello, aunque Mariano Rajoy y la plana mayor de su partido han evitado buscar cualquier rédito electoral y político del atentado, lo cierto es que la agresión ha movilizado, y de qué manera, al sector de votantes del centro-derecha, inclusive a mucho desencantado con la gestión del Gobierno estos años atrás. La entereza y dignidad con que se comportó Mariano Rajoy, su sobriedad, la templanza que demostró para aguantar el tipo tras una agresión tan feroz y repugnante, son, lógicamente, virtudes que cualquier persona valora en un líder. Más todavía si es el tuyo.