José María Marco

La UE y las auroras rojas

Mariano Rajoy tiene razón al responder con contundencia a los exabruptos de la extrema izquierda que gobierna Grecia, para desgracia de los griegos. Los nuevos gobernantes han prometido algo imposible de cumplir y por eso se dedican a criticar a los socios europeos que no han hecho demagogia y sí reformas y que ahora están creciendo, y no menguando –o derrumbándose–, como le ocurre a la economía griega.

Si la extrema izquierda griega hace política interna con la demagogia exterior, también Mariano Rajoy hace política interna al sugerir que un gobierno parecido en nuestro país –es decir, un gobierno de los compañeros politólogos, solos o con el PSOE– no hará más que empeorar las cosas. En realidad, es una reflexión común en la UE, en particular en la eurozona. Ahora mismo, la principal amenaza contra la recuperación es de orden político: ya venga de la negativa a las reformas por parte de gobiernos inmovilistas, como podría ser uno del PSOE en nuestro país, o de la marcha atrás que, siguiendo el ejemplo de Grecia, quieren aplicar los populismos extremos, de izquierdas o de derechas.

El caso es que este análisis requiere, para ser entendido del todo, otro que tenga en cuenta la nueva situación de la Unión Europea. Como se ha escrito en repetidas ocasiones, la recuperación ha cambiado el equilibrio previo. Efectivamente, ya no estamos en recesión. Alemania está creciendo. Crecen –cada uno con sus peculiaridades, como es natural– los países que han hecho reformas, como España, Portugal e Irlanda. Incluso se han puesto a crecer los menos reformistas, como Francia. Lo hacen porque suscitan confianza, y esa confianza les permite acceder a la financiación: a la inversión y al crédito.

La política del Gobierno griego ha consistido en dinamitar las bases de la confianza. Por eso, y dada la nueva situación, en muy pocos días ha alcanzado el punto que lleva al país a la quiebra y de ahí, a la salida de la eurozona. Siempre es posible reivindicar las recetas socialistas, la autarquía soberanista e incluso el socialismo en un solo país como si encarnaran la más rabiosa novedad, como una nueva aurora roja. La configuración de la economía global y de la Unión Europea, además de la naturaleza misma de los Estados nacionales, llevan sin embargo a que lo que antes abría un período de decadencia relativamente largo, ahora llegue a su conclusión a toda velocidad. Y en solitario. Vivimos en tiempos realistas, pésimos para la lírica. Gracias a Dios.