Alfredo Semprún
La Unión Europea, en el camino de Damasco
Se está librando en Siria una batalla que puede ser decisiva en la suerte de la guerra civil. El Ejército de Asad, con el apoyo de los milicianos libaneses de Hizbulá –entre los muertos se encuentra el hijo de un ministro del Gobierno de Beirut–, lleva a cabo una importante ofensiva en la región montañosa de Qalamoun con un doble objetivo: sellar la frontera con el Líbano y recuperar el control absoluto de la autopista entre Damasco y Homs. En otras palabras, dejar aislados a los rebeldes en el centro del país, cortándoles las vías de aprovisionamiento. De momento, el combate torna mal para los rebeldes, que pierden una ciudad tras otra. Los que más bajas están sufriendo son los grupos islamistas ligados a Al Qaeda, que, como suele ocurrir cuando se otea en el horizonte el espectro de la derrota, empiezan a ver traidores por todas partes. Algo de razón tienen. La oposición autóctona no sabe cómo librarse de los extremistas extranjeros, llegados al calor de la guerra santa, y hay comandantes del Ejército de Liberación de Siria que se cruzan de brazos mientras los soldados del régimen escabechan a los yihadistas. Y, en correspondencia, los islamistas ejecutan sumariamente a los sospechosos de traición y, luego, cuelgan los vídeos en internet como aviso a navegantes. No hace ni tres meses que todos nos preparábamos para la inminente intervención occidental contra el régimen de Asad y, al final, va a resultar cierto lo del mal menor. De hecho, fuentes diplomáticas europeas en Beirut, citadas por Afp, reconocen que los distintos gobiernos de la UE, incluido el español, están recorriendo el camino de Damasco para retomar las relaciones con el régimen, una vez que ha quedado confirmada la pérdida de influencia de la propaganda saudí y catarí en Occidente. Con un instinto político que dice mucho en favor de las sociedades auténticamente democráticas, las opiniones públicas de Gran Bretaña, Francia y EE UU echaron un jarro de agua fría a los ardores guerreros de sus dirigentes, dispuestos a seguir el guión de Libia, que el tándem Moscú-Damasco supo aprovechar magistralmente. Ayer, la principal noticia del resumen internacional de la agencia Efe se refería a la colaboración de Washington en la destrucción de las armas químicas de Siria. Además de los representantes diplomáticos europeos, también andan por el camino de Damasco miembros de distintos servicios secretos que intentan restablecer los canales de comunicación con su contraparte siria. El motivo, una vez más, es el temor que despierta Al Qaeda. Alemania, Gran Bretaña, Francia, Paises Bajos, Bélgica y España han detectado que más de un millar de los milicianos integristas enrolados en la guerra procedían de las comunidades islámicas establecidas en Europa. Aunque muchos de ellos han muerto en operaciones suicidas –es el caso de, al menos, cuatro españoles vecinos de Ceuta y Melilla, y de un conocido ex futbolista juvenil alemán–, no se puede descartar el riesgo que supone el retorno a casa de unos tipos fanatizados y con la experiencia adquirida en los combates. Gentes con pasaportes de la UE y tránsito libre por toda Europa. Hay de qué preocuparse.
✕
Accede a tu cuenta para comentar