Paloma Pedrero

Ladrones

Estoy calentándome la comida y llaman al timbre. Preguntan por mí. De Gas Natural, me dicen. Les abro agobiada y, tras mi puerta, aparece una pareja trajeada. Me presionan hasta que consiguen entrar en casa, tienen que apoyar la carpeta para rellenar unos datos, explican. Y, entonces, empieza el acoso, que por qué me cambié a Endesa, que ellos son los auténticos, que su empresa lo hace más barato, que les enseñe un recibo del gas, que les dé mi cuenta corriente...Les digo que no voy a firmar nada, y que se me está enfriando la comida. Les da completamente igual. Es un minuto más, comentan, sólo tiene que aceptar nuestras condiciones. Yo, que siempre confío en la bondad de los desconocidos, me voy cabreando y les suelto el discurso: Ya sé que vosotros sois meros trabajadores de a pié, pero decidles a vuestros superiores que si se sienten estafados por Endesa que les denuncien, pero que no lo paguen con nosotros, los verdaderos timados, que a ver cómo controlamos qué empresa es mejor, que no tenemos manera de saber cuánto nos cobran, que ha subido un montón el gas... Entonces ellos se agarran a esto último y me dicen: Claro, porque está usted con los otros. Hale, firme aquí y el gas le saldrá a la mitad. No voy a firmar nada, les digo con mi voz más rotunda. Y sí, ya sé por qué firmé con aquellos. Porque hicieron lo mismo que vosotros hoy, venir a mi casa a la hora de comer, engañarme con sus mejores palabras y abusar de mi confianza en los desconocidos. Qué lástima de trabajo, chicos, ladrones de tiempo ajeno para que otros se forren. Adiós, hoy no habéis tenido suerte.