Pedro Narváez

Lady Laura

Lady Laura
Lady Lauralarazon

Ya acaricia la victoria desde el caserío virtual en el que vive y en el que por mucho que se asome a la ventana nunca entra aire puro, sino una hedionda bofetada de calimocho. Laura Mintegi, la candidata de Bildu, aparecerá el próximo domingo por la noche con el siseo de la serpiente entre el estruendo electoral, y entonces, su aspecto amable, tan entrañable, entre monja seglar y esa profesora de literatura que nos enseñó el poema oculto, se tornará en mujer lobo. No encuentro analogía política. Una cara de nada y un discurso tan radical. No acierto a comprender por qué se la mantiene virgen en las tertulias, esbozada en la prensa, apenas mencionada en la calle. Mintegi fue señalada por el dedo de los malos porque parece incapaz de matar una mosca. Otra cosa es que lo hagan otros. Qué más da una mosca más o menos si hay más que chinos. Qué más da un hombre cercano si las estadísticas cuentan cientos en accidentes de tráfico. Tenemos delante a la madrastra disfrazada de una Blancanieves que hará morder la manzana al menos al 20% de los votantes, según todas las encuestas. Mintegi es de esas personas que se creen civilizadas porque compadecen a los animales pero en sus mítines el que sabe mirar la reconoce atávica echando por la boca la suficiente espuma para coronar la borrachera nacionalista o hablando del revés como una pobre diabla. Sus compañeros ponen en las señales de carretera Lapurdi, la parte por el todo, en lugar de Francia. Primero desapareció España, y ahora piensan que en la Bastilla no pasó nada digno de cambiar su historia imperialista. Lo innombrable no existe. Cuando los españoles nos demos cuenta de quiénes son los verdaderos enemigos dejarán de florecer tonterías en la boca política y sólo queremos matar el aburrimiento. Pero está Mintegi.