Política

Alfonso Merlos

Las fuerzas del mal

Las fuerzas del mal
Las fuerzas del mallarazon

Qué duda cabe. La unión hace la fuerza. Pero la energía y los proyectos y las voluntades, con todo el ahínco, se pueden poner al servicio del bien o del mal. Y aquí está, de acuerdo con la revelación que hoy hace el diario LA RAZÓN, la banda terrorista ETA. En realidad, en lo que siempre ha estado: luchando, con la colocación de bombas o a través de la amenaza, para contaminar la vida política y tener la máxima y bastarda influencia en el espacio público.

Tiene toda su lógica que los muy menguados y poco formados asesinos y esbirros varios de la organización terrorista, más allá de sus pocas luces, sean plenamente conscientes de que la dispersión, fragmentación, división y agrupación bajo varias marcas de los sujetos que hacen el trabajo oscuro en las instituciones públicas sea contraproducente. Y de ahí la necesidad de reformularse para seguir haciendo daño, estorbando, esforzándose en la humillación, que es su especialidad.

Da igual. El Estado de Derecho no debe hacer ni más ni menos que el justo caso a las reivindicaciones, propuestas y ocurrencias de estos desalmados. Perdieron la razón al iniciar hace medio siglo su camino de violencia y no la han recuperado. No. Porque sigue faltando el arrepentimiento, la vergüenza, la compasión y, por encima de todo, la rendición de cuentas con la Justicia.

Seamos conscientes de que estos hijos de Satanás están moviendo los hilos para atender y beneficiar a sus intereses. A su paso, con sus ritmos. Se concentran en casi todo salvo en hacer lo único que la democracia puede aceptarles: la voladura de su arsenal y el compromiso solemne, inmediato, incondicional, irrestricto de decirle adiós a los tiros y al matonismo. La cárcel da miedo. Claro que asusta. Pero, ¡ánimo!