Literatura

Literatura

Las malas ideas

La Razón
La RazónLa Razón

La cultura de un país se nutre de ideas. Ideas que si son buenas nos llevan a realizar buenos actos, y que si son malas se convierten en punzantes cargas de la existencia. Un ejemplo: el otro día viví una conversación con gente del teatro. Éramos seis o siete maduritos. Vamos, que yo era de las más lozanas. En un momento dado se pusieron a comentar lo guapa que fue fulanita o menganita cuando era joven. De fulanito y menganito no hablaron porque los hombres, ya se sabe, mejoran con los años. La aludidas son actrices que siguen vivas, coleando y profundamente hermosas. Por lo que yo discrepé diciendo que esas mujeres seguían siendo muy guapas, sólo que mayores, y que la belleza es algo que se va transformando con el tiempo. Ah, de eso nada, contestó el coro de tertulianos, el tiempo destruye a la más bella. No añadí más, me quedé pensando en lo malas que son ciertas ideas de nuestra cultura frívola. No sólo los jóvenes ven feos a los mayores, también los propios viejos se ven feos a sí mismos, aunque quizá no tanto como a los otros. Pues yo no confundo la tersura y lozanía con la hermosura. Yo podría estar mirando a algunas ancianas mucho tiempo, como se mira el mejor de los cuadros, y no dedicarle ni un segundo de interés a la poderosa adolescente boba. Yo no puedo separar la belleza de la inteligencia, de la bondad, de la sabiduría. Porque, además, a partir de los cuarenta cada uno tiene la cara que se merece, y el cuerpo. Y la mayoría –ojalá– Llegaremos a viejos. Viejos, que no feos.

La esperanza es que las malas ideas pueden cambiarse.