Francisco Marhuenda
Lealtad, firmeza y convicciones
Jorge Fernández es un político de una sólida trayectoria que ha ocupado importantes responsabilidades públicas desde la Transición hasta su designación por Rajoy como ministro del Interior. Hay diversos aspectos que marcan su biografía como pertenecer a una familia numerosa muy unida en la que la figura de sus padres fue muy importante. Tuve la oportunidad de conocer a su padre, un oficial de caballería y una bellísima persona que fue uno de los máximos responsables de la Policía municipal en mi querida Barcelona. La austeridad y el servicio público le marcaron desde niño, llevándole a concluir con éxito la carrera de ingeniero y la oposición de inspector de trabajo. Desde entonces la lista de cargos ha sido muy larga: fue delegado de Trabajo en Cataluña en el difícil periodo de finales de los setenta, gobernador civil de Asturias hasta el 81 y luego de Barcelona. Ha sido concejal, diputado autonómico, senador y diputado en el Congreso, presidente del PP de Cataluña, secretario de Estado de Administraciones Territoriales, Educación y Universidades y de Relaciones con las Cortes, así como vicepresidente del Congreso. Una amplia experiencia que se corona con la asunción con éxito de uno de los ministerios más difíciles, y especialmente en este periodo.
Otros aspectos que definen a Jorge Fernández son sus profundas convicciones, su capacidad de trabajo y su amistad y lealtad con Rajoy, ya que es uno de sus más estrechos colaboradores desde que a principios de los noventa asumió la secretaría de política autonómica del PP. Desde que asumió el ministerio ha recibido ataques tan variopintos como inconsistentes. En ningún momento se ha bajado la presión sobre la banda criminal ETA y jamás se ha heredado lo que algunos han denominado irresponsablemente una hoja de ruta heredada para negociar con los asesinos. La triste excarcelación de Bolinaga, uno de los etarras más sanguinarios, fue decisión del juez de Instituciones Penitenciarias y la derogación de la «doctrina Parot», una indignidad que tenemos que asumir los españoles con dolor, pero que no ha sido una decisión gubernamental sino de los jueces. Es insólito que quienes conocen perfectamente esto sean capaces de hablar de hoja de ruta o de que existía otra alternativa. Las mentiras no deben esconder la verdad. Rajoy y Fernández Díaz, y con ellos el Gobierno y el PP, han vivido en primera persona el horror del terrorismo y jamás harían una concesión. Ahora ha impulsado la reforma de la ley de seguridad ciudadana y una vez más se escuchan disparates de quienes ni siquiera se han molestado en informarse.
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