Crisis en el PSOE
Lealtad mutua
Pensar que la crisis que atraviesa el PSOE con el PSC se debe principalmente a la ruptura de la unidad de voto en la investidura del Sr. Mariano Rajoy es realizar un análisis tan parcial como inexacto.
Las razones son mucho más complejas y tienen que ver con la búsqueda de una nueva construcción política del PSC. El socialismo catalán ha perdido mucho en su confrontación con el nacionalismo. No es algo nuevo la pugna socialismo-nacionalismo. Todo lo contrario, es una constante en la historia, desde la I Guerra Mundial las ideas nacionalistas se han impuesto al ideario del socialismo democrático cada vez que han colisionado.
La causa no reside solamente en que el nacionalismo apela a sentimientos y vísceras, por encima de la racionalidad, también en la dificultad de hacer emerger un discurso alternativo al del separatismo nacionalista. En ese escenario, las posiciones matizadas terminan difuminándose en el horizonte, quedando como único adversario el nacionalismo centralista, que apela a los mismos sentimientos pero en sentido inverso.
Desde que el nacionalismo catalán emprendió el camino de la autodeterminación se ha producido un proceso de centrifugación del PSC. Por un lado, desde su tradición del catalanismo hacia posiciones más confederales, de otra parte, su militancia y dirigentes han ido abandonando las filas socialistas para enrolarse, algunos en ERC, otros en Podemos y no pocos en Ciudadanos.
En esta tesitura, parece que la dirección de los socialistas catalanes quiere orientar el GPS sumándose a una potencial coalición electoral entre la Sra. Ada Colau y ERC. De hecho, no son pocos los que en Cataluña pronostican que la presidencia de la Generalitat será ocupada a medio plazo por la actual alcaldesa de Barcelona. En una operación política de ese calado, es evidente que al PSC le sobra el equipaje del PSOE.
Si la razón que subyace es esa, la reflexión que deben hacer ambos partidos debe ser serena y profunda. El socialismo catalán cometería uno de los errores más graves de su historia, probablemente el último.
El socialismo en Cataluña ha sido el referente ideológico mayoritario cuando se trataba de decidir el futuro de España. Queda lejano aquel 40% de 2004, en que los 21 diputados socialistas por Cataluña duplicaron a los convergentes y triplicaron a ERC, pero también ha sido el cordón umbilical que mantenía unido a Cataluña con el resto del país.
El PSOE tiene el reto de atemperar los impulsos de un PSC perdido y probablemente angustiado, e intentar reforzar la posición autónoma de la que siempre ha hecho gala el socialismo catalán. Los socialistas del resto de España, no concebimos el PSOE sin el PSC, o mejor dicho, lo que ha sido el PSC desde su fundación en 1978. Pero también es verdad que tenemos la responsabilidad de defender la autonomía de nuestras ideas y nuestro modelo territorial de Estado. Nadie entendería que confluyésemos a unas elecciones con quien no tiene nada que ver con nosotros.
El socialismo siempre ha obtenido mejores resultados en elecciones generales que en procesos autonómicos. Sería prepotente por parte del PSOE presuponer que sería más fuerte si constituyese la federación catalana, pero debe recapacitar el PSC, porque los votantes del PSOE dejan de serlo cuando se trata del PSC. A la gestora del PSOE se le han dejado difíciles encargos, ahora el desafío interno catalán. Es necesario reforzar la dosis de lealtad. Eso sí, cuando la lealtad no es mutua, se trata de sometimiento.
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