Fernando Vilches

Ley de Educación

Todos los sectores implicados en la Educación están de acuerdo en que la situación actual no gusta a nadie. Lo que está ocurriendo es que, en España, la Educación se ha convertido en un arma arrojadiza entre los partidos, las ideologías y los diversos sectores que se implican en ella. Para unos, es cuestión de recortes (por mucho que desde el Ministerio se diga que no se ha tocado un euro de los Presupuestos destinados a esta cuestión). Para otros, es cuestión de adoctrinamiento más o menos velado. Para una minoría, haga lo que haga la derecha en este tema siempre será malo, incluso antes de leer lo que se ha planteado. Asistí el martes pasado a un debate sobre educación en Telemadrid con un alcalde del PP, el coordinador de IU en Madrid y el vicepresidente de la Fundación Ortega Marañón. No nos pusimos de acuerdo. El debate era un poco un diálogo de besugos en el que no nos escuchábamos. Pero sí voy a decir yo los ejes de mi intervención. Si es cuestión de dinero, la Educación y la Sanidad deben ser sagradas, por lo que di algunas recetas para ahorrar en otros ámbitos: reducir a la mitad los parlamentarios españoles de la administración central y de la autonómica; suprimir el inútil Senado; eliminar las subvenciones a partidos y sindicatos (casilla en la declaración de la Renta), eliminar la subvención de las comidas de sus señorías... Un amplio abanico que no le pareció fundamental («eso es anecdótico») al representante de IU.

La casa por los cimientos

Si es cuestión de contenidos: un currículo básico para la enseñanza en toda España. Presencia obligada de la lengua española. Recuperación del latín y, sobre todo, empezar la casa por los cimientos: una reforma en profundidad de la Enseñanza Primaria y una reivindicación de la figura del maestro y de la carrera de Magisterio. Tres patas sustentan la Educación: la familia, el colegio y las leyes. Las tres se tambalean y perdemos el tiempo en absurdas nimiedades. Repito: «Dadme la escuela y una generación y cambiaré el país».